Tirios y troyanos
Manuel Pareja
Jerez de la Frontera
Mientras tirios y troyanos se pelean en la sede de la Soberanía Nacional, en la Cámara Autonómica o en el Salón de Plenos de cualquier ciudad española, el ciudadano ve como la atención de sus cuidados básicos de salud se deterioran irremisiblemente. Por el Coronavirus, sí, no lo dudo. Pero llueve sobre mojado en la Atención Primaria, que ya era deficiente antes de la pandemia. Lo mismo pasa en Juzgados y Tribunales; a perro flaco, todo son pulgas. Y aquí estamos a finales de octubre, con más pulgas que nunca y un panorama nada halagüeño con la segunda y -de la que hablan ya-, tercera ola. Que una persona vaya al Centro de Salud a las 9.00 de la mañana y tenga que esperar 150 o 200 números para ser atendido en la mesa, que no para ser diagnosticado o tratado, es señal de que nos hemos despreocupado completamente de eso que llamamos servicios públicos y derechos de ciudadanía. Mientras empresas y familias sufren ya los ajustes de una precaria situación económica y se preparan para la tormenta perfecta, las administraciones, de un color y su contrario, tocan la lira y echan al adversario político a la arena del Circo mediático, sin leones no por falta de ganas. El enfermo o el parado llaman al teléfono no por gusto; nunca hay nadie detrás y la desesperación se apodera del contribuyente, con razón. Me acuerdo de aquella película protagonizada por Michael Douglas, Un día de furia, y empiezo a comprender. Un sistema que funciona empujado por gestores tan nefastos, cautivos de una burocracia asfixiante y con cientos de partidas presupuestarias de las que se podría prescindir para atender lo necesario y urgente, es un sistema fracasado. Lo estamos viendo, y lo estamos sufriendo.