Sociedad

"Cuando llegaba a casa, mi familia lloraba conmigo. La tristeza no se podía ocultar"

Ángela Contreras ha encendido las luces de navidad en Mota del Cuervo en homenaje a todos los sanitarios y ha querido contar su historia en primera fila durante la pandemia

Una sanitaria en la Unidad de Cuidados Intensivos / David Zorrakino - Europa Press - Archivo

Las Pedroñeras

Ángela Contreras es enfermera del Hospital Mancha Centro de Alcázar de San Juan. Concretamente, trabaja en la UCI, por lo que ha vivido la pandemia en primera línea. Ha sido la encargada de encender las luces de navidad de Mota del Cuervo, en representación de todos los sanitarios. Radio Azul ha podido hablar con ella que, muy emocionada, ha dado las gracias por ese reconocimiento.

Ángela Contreras / Radio Azul SER

Unos meses muy duros los que ha pasado esta enfermera. Sobre con qué se queda, no lo duda un minuto: el compañerismo, "lo atesoro particularmente, en la retina. Esa unión ha sido la clave en el caos", afirma. Y las cosas más duras que ha vivido, la soledad de los enfermos y la ausencia de ese abrazo. "Esta primera ola ha sido brutal, dolorosa. La soledad que vivían los pacientes marcaba mucho no solo a ellos, también a los familiares y a nosotros".

Un virus desconocido

Un relato duro en el que, dice, ha aprendido mucho: "Llegábamos a llorar antes de ver a los pacientes porque desconocíamos muchas cosas".

Pasaron del miedo y la impotencia de no entender cómo funcionaba realmente el virus a esta segunda ola, en la que siguen pidiendo responsabilidad y prudencia. "Trabajábamos duro, incansablemente, pero no sabíamos cómo iba a reaccionar cada cuerpo. Ahora nos sentimos un poco más preparados", asegura.

Aunque se sabe mucho más del virus, dice Contreras, las UCIS siguen ocupadas y temen una tercera ola. "El dolor de ahora es el mismo, seguimos teniendo casos y pido una conducta responsable", destaca.

Afirma que, en la actualidad, al UCI del Mancha Centro se encuentra a un 120% de ocupación y, han llegado momentos en la primera ola, en los que llegaba al 220.

Volver a casa

En la primera ola quizá lo más difícil era cuando volvían a casa. "Llevábamos el dolor a casa, era inevitable cortar, nunca llegué a cortar", expresa. Dice que esa impotencia la transmitió a su familia: "Se transmite a tus hijos y lloran contigo. Aunque intentaba protegerlos, la tristeza se siente". Cuenta que su hijo de 10 años, al verla tan triste, decidió hacer un vídeo contando la historia del coronavirus para concienciar.

 
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