"El Zoo tiene gran prestigio y los políticos deben apostar fuerte porque es un lujo"

Jerez de la Frontera

A mediados de los ochenta entró a trabajar en el Tempúl cobrando mil pesetas por cada grupo que atendía. Afortunadamente, aquél parque sólo se parecía al actual más que en el impagable jardín botánico y algunas estructuras antiguas que le confieren un sabor especial. Hizo de todo. Desde transportar a una avestruz en un camión, hasta ayudar en el quirófano en las operaciones, hasta limpiar los aseos porque todavía entonces no contaban con personal de limpieza.

Yeye Mateos es el Zoo. Porque no se tomó sólo su actividad durante 36 años como un trabajo, sino como una afición y una vocación a la naturaleza a la que se entregó en cuerpo y alma. Porque entre la funa encontró a uno de los seres más especiales que se cruzaron en su vida, Lola, la inolvidable chimpancé cuyo adiós la sumió en una profunda tristeza.

De anécdotas tendría para escribir varios libros. En el Ministerio la conocían como "la señora de los monos" y ahora que le llega la hora de la jubilación experimenta sensaciones encontradas, "porque por un lado me gustará poder disponer de mi tiempo, pero por otro ese tiempo se lo quiero seguir dedicando en gran parte a la Naturaleza. Además, no me imagino no poder disfrutar la sensación de ver amanecer en el parque".

Recuerda con melancolía el mejor momento que vivió el Zoo en 1993, cuando empezó a recoger los frutos del trabajo bien hecho y se ganó el respeto del resto de parques del mundo: "Aquí no hemos comercializado y priorizamos el buen hacer antes que el dinero. Este es un lugar para la ciencia, la investigación, la educación y la conservación. Hasta ahora el Ayuntamiento ha respetado esta filosofía, y habrá que pedirle a los políticos que apuesten porque es lujo y un prestigio para la ciudad".

Yeye se jubilo con la pena de no haber visto la ampliación del parque y construida la pradera de los elefantes, "pero es una ilusión que creo que algún día se cumplirá".

Gracias por tanto.