
Cáritas triplica la demanda y un tercio de los solicitantes nunca antes había necesitado ayuda
La mayoría de los nuevos demandantes tenían trabajos precarios y se han quedado sin ingresos por la pandemia o son trabajadores en ERTE que tardan demasiado en cobrar sus prestaciones

Imagen de archivo en un comedor social. / Europa Press
La demanda de ayuda a Cáritas es hoy tres veces mayor que antes de la pandemia y una de cada tres personas que pide ayuda lo hace por primera vez. Solo en 2020, la organización atendió a más de 185.000 andaluces.
El grueso de los nuevos demandantes son trabajadores precarios que han perdido sus ingresos debido a la crisis sociosanitaria. Personas de entre 35 y 60 años "que vivían ya al filo de la navaja en la precariedad cotidiana y lo han perdido todo, o familias que tardan en cobrar los ERTES y las ayudas sociales y no tienen para comer o pagar las facturas", explica Francisco José Sánchez, vicepresidente de Cáritas Andalucía.
La administración está llegando tarde en esta crisis, según lamenta la organización. "La tramitación de ayudas por parte de las administraciones locales, autonómicas y estatales está tardando muchísimo, y la gente no puede esperar". afirma Sánchez.
Esta falta de eficacia y la urgencia de las necesidades de miles de familias están empujando a organizaciones como Cáritas y otras ONG a redoblar esfuerzos y suplir con caridad los derechos sociales. También están surgiendo movimientos de solidaridad ciudadana, como ocurre, por ejemplo, en la Casa Vecinal de El Pumarejo, en el corazón de Sevilla, donde decenas de voluntarios reparten comida y ropa los martes y miércoles entre las personas que acuden pidiendo ayuda. Es posible, fundamentalmente, a la contribución económica de los vecinos del barrio.
A las puertas de la entidad vecinal acuden personas muy variopintas. Como Antonio, que tiene 57 años y nunca antes había necesitado pedir. Tuvo que cerrar su negocio por la pandemia, las ayudas tardan en llegar y no tiene ingresos. O Tamara, que se ha mudado con sus dos hijos a una casa okupa. Es víctima de violencia machista y lleva siete meses esperando el Ingreso Mínimo Vital. También encontramos a Carmen, que lleva un año esperando que le den cita en Seguridad Social para tramitar una ayuda no contributiva.
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