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José María Ezquiaga: "Irse al campo es una moda pasajera"

El arquitecto, Premio Nacional de Urbanismo en 2005, considera que las ciudades menos pobladas pueden sacar partido a la pandemia para atraer "talento y familias jóvenes"

Entrevista a José María Ezquiaga en La Ventana de Madrid

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Madrid

Arquitecto, urbanista y ex decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid. El Premio Nacional de Urbanismo que obtuvo en 2005, demuestra que José María Ezquiaga (Madrid, 64 años) es un referente en la investigación y diseño urbano. Precisamente, esa experiencia y recorrido le lleva a pensar que la pandemia ha creado necesidades que permanecerán en el tiempo, así como tendencias pasajeras. 

"Irse al campo es una moda pasajera. La gente no va a salir de las grandes urbes para irse a vivir a la España vaciada. No va a haber una diáspora metropolitana. En el centro de las ciudades se ha sobrellevado mejor la pandemia: por la cercanía de comercio, servicios de salud..." asegura. 

Ezquiaga, sin embargo, sí cree que es el momento de que otras ciudades apuesten por atraer "talento y familias jóvenes" con las que seguir creciendo: "Lugares como Salamanca, Zamora o Cuenca; son ciudades que pueden aprovechar este momento para seguir creciendo. Se trata de urbes no masificadas que gozan de todas las ventajas de las grandes ciudades y, además, cuentan con una cultura y ocio propios". 

Pero las mudanzas propiciadas por la pandemia no son la tendencia dominante, según Ezquiaga. La realidad demuestra, según el arquitecto, que lejos de cambios de ciudad, la pandemia ha dejado en la población nuevas necesidades de vivienda. "Se ha revalorizado la idea de casa. Especialmente entre los más jóvenes. Hasta ahora, mucha gente pensaba en su hogar como el espacio que ocupaban para descansar o dormir, mientras el resto de la vida se hacía fuera. La pandemia, especialmente el confinamiento, ha cambiado ese concepto", dice el arquitecto. 

Pero ese cambio responde también a nuevas necesidades generadas tras el coronavirus. Las viviendas, reconvertidas en oficinas o escuelas durante meses, han sido espacios que se han tenido que adaptar en muy poco tiempo, según reconoce Ezquiaga.

"En el mismo sitio donde descansábamos hemos tenido que trabajar. O dar clases. Esa realidad nos demuestra que, a partir de ahora, vamos a hablar de viviendas más grandes. Ya no serán habitaciones, sino piezas: espacios que adaptaremos a distintos usos en función del momento: lugar de trabajo, escuela o espacio de ocio", dice. 

Las ciudades, las casas y también las oficinas, asegura Ezquiaga, vivirán este tipo de cambios. Los espacios de trabajo deben dejar de ser "ministerios cuadriculados", según el arquitecto.

"Las oficinas se están transformando. Quizá eso sólo se apreciaba antes en grandes compañías tecnológicas, pero la realidad es que todas siguen ahora el mismo camino: el concepto de playground o espacio de juego. Lugares donde se pueda desarrollar el contacto humano y la cooperación. Las oficinas van a ser lugares de creatividad, de conexión. Ya no se tiene esa imagen de plantas llenas de despachos, ahora se favorece la interacción", declara Ezquiaga.

La adaptación de las oficinas a los nuevas tendencias, pasa también por la consagración del teletrabajo como un elemento que va a quedarse. Ezquiaga considera que el trabajo remoto puede servir a los empleados, a las empresas y a la sociedad en general: "Lo que se puede hacer en un despacho se puede hacer en casa. El teletrabajo está para quedarse. Con un día de teletrabajo a la semana hay un 20 % menos de ocupación en las oficinas, pero también de tráfico".

 
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