Historia

'La Gloria' prepara su salida de la lista roja del patrimonio

La asociación A2 Aguas pretende recuperar esta antigua fábrica y convertirla en un centro de interpretación de la harina y la energía

'La Gloria' prepara su salida de la lista roja del patrimonio

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Logroño

La Fábrica de Harinas La Gloria de San Millán de la Cogolla ingresó en la lista roja del patrimonio en abril de 2019. Ahora, la asociación A2 Aguas pretende recuperar el esplendor de este patrimonio industrial riojano. Para ello, ya han comenzado las obras para convertirla en un centro de interpretación de la harina y la energía.

Fábrica de Harinas La Gloria

Según recoge la asociación Hispania Nostra en su web, la edificación original, compuesta de molino de piedras y vivienda, perteneció a los monjes benedictinos como parte de las propiedades adscritas al Monasterio de Yuso, junto a otros seis molinos. Existen varios documentos que ya describen la existencia del molino como propiedad del monasterio. En 1902, el bisabuelo del actual propietario, Santos Vázquez, transformó el molino en una fábrica de harinas de tecnología francesa. Se conservó la estructura del molino original y levantaron tres plantas más. Se bautizó como "La Gloria", mujer de Santos, sumándose así a una larga tradición familiar molinera y harinera. Durante muchos años la fábrica también fue panificadora, dando uso al horno de pan de piedra giratoria que había en la planta baja de la vivienda. Ese elemento no se conserva hoy en día. La fábrica estuvo en funcionamiento hasta hace diez años, pero conserva toda su maquinaria y estructura originales. Por ejemplo dos turbinas Francis de principio de siglo, una de cámara cerrada y otra de cámara abierta, siendo una de 1902 y la otra de 1925. Ámbas están actualmente en funcionamiento gracias a las múltiples rehabilitaciones. La fábrica también alberga otra pequeña joya, un motor Crösley que ayudaba a mover la fábrica en las estaciones con menos agua. Está compuesto de un solo cilindro y su volante de inercia pesa 2500 kg. Entre sus peculiaridades cabe destacar que era encendido con sus propios gases, insertados en un compresor situado en la pared, y se aprovechaba su refrigeración de circuito abierto con agua procedente del río, para que la gente del pueblo pudiera lavar la ropa con agua caliente. Es por ello que San Millán no tiene lavadero.

 
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