A la calle sí, pero mañana

Aranda de Duero

Pum. Pum,pum. Pum. Cuatro cohetes, tímidos, espaciados entre las doce y las doce y tres minutos saludaban en la medianoche de ayer en Aranda el fin del estado de alarma. O, para algunos, la bienvenida a la libertad. “Somos libreeeeeees” se oyó desde un balcón de los barrios del sur de Aranda. “Vecinos, a la calleeeee” instaba una voz femenina con evidente, pero solitaria euforia, sólo contestada por el balcón de enfrente por un timbre masculino: “Vecina ¿dónde es la fiesta?”.

Todo ello en las alturas, de ventana a ventana, porque sobre el terreno, en los barrios periféricos, los bares permanecían cerrados desde hacía dos horas, y la calma chicha reinaba como cada día de estos últimos seis meses de estado de alarma.

Y en el centro, poco más, salvo la nota exótica que pusieron grupos dispersos de adolescentes, que traslucían una mezcla de ansias por recuperar el paraíso perdido y de desorientación por constatar que poco se diferenciaba el panorama al de sus salidas hasta ahora hasta las diez de la noche, con el fastidio añadido de encontarse con las puertas cerradas a cal y canto de cualquier lugar en el que poder refrescarse con una Coca-cola. O algo así.

Ampliar

Visto lo visto, y dado que comprobaron que poco más había que hacer que recurir al sempiterno roneo adolescente, ideal para cualquier hora y cualquier lugar, el grupo más numeroso se fue concentrando en los accesos al Barriles, a ambos lados de la carretera que baja desde el Ayuntamiento. Y allí tuvieron dos divertimentos añadidos: cuestionar y meterse con los “viejos” periodistas que trataban de tomar instantáneas de su pacífica (y muy legal) estancia en la orilla del Barriles, y salir en estampida en cuanto luces azules en el horizonte anunciaron la llegada, también pacífica, de la policía, en una gira protocolaria de reconocimiento.

Ampliar

Policía Local y Policía Nacional se mantuvieron vigilantes de forma coordinada durante la noche, en previsión de sucesos como los ocurridos en otros puntos del país, aunque la idiosincrasia arandina, de natural sensato, mantuvo la compostura y se atuvo a la norma sin mayores aspavientos y con la sabiduría que da la certeza del tiempo que queda por delante

Ampliar

Aranda cumple hasta el final

Los indicios, dos horas antes ya auguraban en Aranda un decaimiento tranquilo del Estado de Alarma. Remoloneando quizá un poco más por la magnífica temperatura, apurando en las terrazas los últimos minutos hasta las diez de la noche, la población arandina se recogió a sus domicilios llegado el toque de queda de este sábado, el último y más corto de estos largos seis meses. El bullir y la alharaca que se vivia en las calles peatonales y más emblemáticas del centro hasta pocos minutos más allá de las diez, se apagó completamente un cuarto de hora después, de forma que a las diez y media sólo quedaban en estas calles los afanosos trabajadores de la hostelería recogiéndo los bártulos, varios perros paseando a sus dueños, algún despistado presuroso, y un grupillo de peripuestos invitados a algún evento social, con toda la pinta de recogerse a sus domicilios después de un día intenso.

En definitiva, una transición del estado de alarma al estado de incógnita de lo más pacífica en Aranda; de juguete para unos, mientras que otros ni la notaron, tranquilamente en sus domicilios, en una noche de sábado como tantas de las vividas en las últimas 30 semanas.