Seis mil más

Cartagena

Seis mil más

Leo que Navantia precisa de seis mil trabajadores más para poder construir los cuatro submarinos previstos de clase S-80 y me felicito por ello. Son seis mil puestos de trabajo y seis mil familias que podrán encarar el futuro con esperanza; son seis mil obreros especializados más y una cantidad ingente de conocimiento que se quedará en esta ciudad preparada para ser usada en nuevos proyectos.

Pero, como siempre, nos pilla el toro. Navantia pide que el Ayuntamiento y la Comunidad se apresuren a crear los centros de formación precisos porque, de no hacerlo, toda esa mano de obra habría que traerla del exterior. Me pregunto si es que, enfangados en la lucha política de mociones de censura y navajeo partidista, nadie pudo prever con la necesaria antelación la demanda de trabajo especializado que supondría la construcción de estos submarinos. No lo sé ni quiero investigarlo, ahora lo importante es qu ese centro se haga inmediatamente.

Y una vez hecho y puesta en marcha la formación de esos seis mil nuevos trabajadores hiperespecializados, convendría que nos diésemos cuenta de que esos trabajadores son una riqueza incomparable para nuestra ciudad, pues no sólo servirán para construir los submarinos sino que serán el mejor reclamo para localizar en nuestra población las empresas que necesitan de su especial know how para salir adelante.

Desde el momento en que ese centro de formación se ponga en marcha, un gobierno responsable se encargaría de contactar con las empresas del mundo que precisen de una mano de obra así para que, mientras se construyen los submarinos o después de construirlos, se vayan captando para el entorno industrial de Cartagena nuevos proyectos y nuevas empresas que, necesariamente, serán de alta tecnología.

La construcción de estos cuatro sumergibles es una ocasión histórica para esta ciudad y hay que aprovecharla para ubicar a nuestra ciudad en un futuro más prometedor que el de la mera venta de souvenires a los cruceristas.

Vamos a hacer las cosas bien, vamos a olvidarnos un ratito de Asdrúbal, de los obispados, de los tres mil años de historia y de agravios de hace doscientos. Vamos a dejar de mirar hacia atrás y hacia los lados y vamos a mirar hacia adelante.

Vamos a hacer las cosas bien.

Un pueblo no tiene más gobernantes que los que elige ni más futuro que por el que trabaja.

Por eso no importa si el presente es malo porque lo único cierto es que el mañana es nuestro y que en nuestras manos está construirlo.

Por eso, vamos a dejar de mirar hacia atrás y vamos a mirar hacia adelante, hacia ese lugar al que queremos ir.

Vamos a ganar ese futuro con el que soñamos. Vamos a merecérnoslo.