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Historia de una ocupación y un desahucio: "No hay salida, nos han desahuciado y se han olvidado de nosotros"

La imagen de una niña de dos años saliendo de su casa y escoltada por una hilera de antidisturbios, se hacía viral: nos preguntamos qué hay detrás de esa imagen

Historia de una ocupación y un desahucio

Historia de una ocupación y un desahucio

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Madrid

Manuela, Jesús y sus cuatro hijos de uno, dos, siete y ocho años de edad duermen ahora en el sofá de su abuela paterna. La imagen de la más pequeña saliendo el pasado miércoles de su casa, medio dormida y apretando su "manta de dormir" entre una hilera de antidisturbios, se ha hecho viral y no deja indiferente a nadie.

No esconden que hace siete años pagaron 200 euros para que les abrieran la puerta de la que iba a ser su casa, un bajo de 70 metros cuadrados y tres habitaciones en Vallecas. Pero tampoco esconden que antes habían pedio ayuda. Llamaron a la puerta del Ayuntamiento de Madrid a través de la Empresa Municipal de la Vivienda, y al entonces Instituto de Vivienda de Madrid, dependiente de la Comunidad. Solo recibieron la callada por respuesta.

Entonces recuerdan, solo buscaban un piso que poder alquilar con el sueldo de conductor de Jesús, y el de dependienta de Manuela. Pero a la crisis y el paro se sumó que la familia iba aumentando. La casa de la madre de Jesús, la misma que les ha vuelta a acoger, "ya no daba más de sí porque los niños estaban durmiendo en el suelo".

Una vecina le puso sobre la pista de una casa de la que "habían desahuciado a otra familia por no pagar la hipoteca" y que llevaba mucho tiempo vacía. "Nos dijeron que era vieja y tenía mucha humedad, pero no podíamos seguir como estábamos".

Buscaron a quien por 200€ les abrió la puerta y les puso una cerradura nueva para volver a empezar. Pero no ha sido nada fácil porque desde entonces Jesús ha ido trabajando en lo que ha podido, repartiendo publicidad o haciendo mudanzas cuando salen, "pero sin contrato, todo en B".

Manuela cuanta que desde que entraron intentó llegar a un acuerdo con Bankia, la entonces propietaria de la vivienda, ahora en manos de un fondo de inversión, para pagar un alquiler. Pero recibió el mismo silencio por respuesta que de los servicios sociales del Ayuntamiento de Madrid, a los que reprocha que solo les ofrecieron separarlos después del desahucio, porque "no tenían alojamiento para los seis". Fuentes municipales aseguran que en situaciones de desahucio los servicios sociales gestionan una vivienda temporal, pero solo "si no hay alternativa y no la familia no puede hacerlo".

Sabían que en algún momento les echarían de la casa. El COVID y la presión de sus vecinos ya habían conseguido frenar dos veces el desahucio, pero con la tercera no han podido. Antes, recuerdan, llamó a su puerta un abogado del fondo propietario de la casa. Les llegó a ofrecer 5.000€ pero lo rechazaron. "Nosotros no queríamos dinero, solo queríamos un alquiler social". "Ya saldréis, nos dijo. Y así ha sido".

Precariedad laboral: la gran barrera para alquilar un piso

Mercedes Revuelta, portavoz de la Plataforma Contra los Fondos Buitre cree que mientras que no se apruebe una ley que facilite el acceso real a una vivienda todo seguirá igual. "los trabajos son temporales y precarios y los caseros no quiere a alguien con un trabajo temporal y con un sueldo bajo. Si añadimos que los precios están inflados tenemos el cóctel completo".

Imagen de la plataforma Idealista en la que se ve el patio de Manuela y Jesús todavía con los juguetes de sus hijos / Idealista

Jon Imanol Reino es el fotógrafo que a contraluz, supo ver la fuerza de la imagen de una niña de dos años saliendo de su casa escoltada por seis policías antidisturbios. La misma fuerza con la que se agarraba después a una piruleta que alguien le dio. Su madre le había dicho que era su cumpleaños y que por eso había ido tanta gente a casa.

El piso se vendía pocas horas después por 135.000 euros en Idealista. Bajo de 70 metros cuadrados, tres habitaciones y un patio de 20 metros. En las fotos todavía se veían algunos de los juguetes que se habían dejado.

"¿Y ahora qué?", se preguntaba en voz alta cuatro días después Manuela buscando una respuesta. "Por más que lo pienso, no hay salida". "Nos han desahuciado, se han olvidado de nosotros y nos han dejado aquí solos".

 
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