Fuel Fandango, electrónica con alma

Cartagena

El dúo formado por Cristina Manjón "Nita" y Alejandro Acosta fue el encargado de clausurar en el auditorio Paco Martín del Parque Torres una edición del festival cartagenero, premiado con el Premio Ondas como mejor festival de España, que en su primer ciclo tras este galardón (otorgado en 2019) mantuvo alto el listón de la calidad y de las señas de identidad que le han convertido en uno de los más importantes del continente.

Este año debía haberse celebrado la aplazada edición de 2020, con Republica Dominicana como país invitado, pero la imposibilidad de garantizar la movilidad de los artistas hizo de la necesidad virtud: se configuró una edición dedicada a España que nos ha permitido conocer proyectos musicales originales y brillantes hechos en nuestro país, apartados casi todos de las corrientes comerciales, caracterizados por la osadía y la experimentación.

Y con estas premisas, no podría haber mejor colofón que la actuación de Fuel Fandango, una formación musical que lleva años experimentando con la fusión de sonidos electrónicos, house, funky, latinos y africanos y una voz, la de Nita, que no es aflamencada, sino directamente flamenca y jonda.

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El poderío de la cantante cordobesa y la originalidad de los arreglos creados por Alejandro Acosta hacen de Fuel Fandango una banda que se ha ganado un merecido crédito en sus más de diez años de carrera, a lo largo de los cuales, se ha notado una interesante evolución.

5 años desde su anterior actuación

En los cinco años transcurridos desde su anterior actuación en La Mar de Músicas se han consolidado introduciendo importantes cambios en su espectáculo. De una sobria presencia escénica en sus orígenes, solo con los miembros del dúo sobre las tablas, al momento actual en que se apoyan en un guitarrista y una batería que dan nuevos bríos al dúo.

En su primera actuación en Cartagena gran parte del show se basaba en el zapateado sobre un tablao de la cantante Nita, que mostraba sus fantásticas cualidades como bailaora flamenca, con la base electrónica salida de los teclados y los secuenciadores de Alejandro.

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Ahora la banda disfruta del impulso y, en muchas ocasiones, del liderazgo rítmico del baterista de la banda (a veces llevan 2 baterías, que propician un diálogo rítmico y se complementan a la perfección en una compenetración que acredita interminables horas de ensayo) y se ha consolidado con canciones como "Por la vereda", "Trece lunas", "Estamos solos", "Huracán de las flores" o piezas que nos llevan a sus primeros discos, en que alternaban las estrofas cantadas en español y en inglés, como en "Not true".

Tras bajar al patio de butacas a cantar en un par de ocasiones y provocar el delirio en el auditorio, Nita envolvió el final del show de la sensibilidad de un clásico de la música latinoamericana, como "La llorona", para llegar a la traca final (en esta ocasión no hubo fuegos artificiales de cierre del festival, pero ni falta que hizo), aunque antes abordó temas como "La primavera", "La grieta", "Silencio", o "Despertaré", dejando "Salvaje" y "MI danza" para el cierre.

Desde el punto de vista escénico resulta arrolladora la presencia de Nita, con su estilizada figura arrullada por un vestido vaporoso, tocado alto en el pelo y unos juegos de luces que merecen ser destacados, porque es de justicia subrayar la labor de profesionales que suelen quedar en la penumbra pero son vitales para el brillo del show.

No obstante, es de justicia señalar que Nita transita por caminos que ya desbrozaron pioneras como Martirio, Amparanoia o Marinah, de Ojos de Brujo, eso sí, mostrando una evolución que les hace sumamente originales de la mano de la electrónica.

En resumen, un sobresaliente cierre de la 26ª edición de La Mar de Músicas que nos ha demostrado que España y sus arriesgadas propuestas musicales pueden tratar de tú a tú con la cabeza bien alta a todas las vanguardias venidas de otros lares.