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La soledad invisible del otoño

Firma de Rosa Alcubilla

La firma de Rosa Alcubilla / Cadena SER

Aranda de Duero

El otoño llega sin hacer ruido. Se acaban las fiestas, las reuniones sociales, los encuentros familiares, los turistas y los viajes. Me gusta el otoño, la explosión de colores rojizos y amarillos. Es momento de recolectar la cosecha. Llega la hibernación. Tras un época estival llena de actividades y aturdimiento, es momento de 'desengentarse', como dicen en México. Es tiempo de recogimiento, de silencio, y de soledad. Decía Bécquer "La soledad es muy hermosa...cuando se tiene alguien a quien decírselo" ¿Qué pasa cuando esa soledad no es libremente escogida, cuando es una soledad no deseada? Estamos frente a un serio y complejo problema de salud pública, agravado por la pandemia. El distanciamiento social y el miedo nos han agudizado esta tristeza y melancolía.

El año pasado la escultura en Bilbao de una anciana sola, triste y decaída, sentada en un banco, hecha a semejanza de una vecina del barrio, denunciaba la soledad y el abandono social de los mayores. Me preocupa esa soledad impuesta que soporta una gran parte de la población. Y sé que no es un problema exclusivo de la tercera edad, pero en esta ocasión voy a centrarme en las personas mayores.

Debería ser una prioridad para nuestros representantes políticos crear redes de apoyo y tejer alianzas para combatir este importante problema. Las municipalidades podrían ofrecer alternativas, tal vez un número de teléfono con recomendaciones y soluciones. Son necesarios programas de prevención que ayuden a un envejecimiento activo. Me vienen a la mente ahora los usuarios que veía pasar camino de la piscina municipal. La natación es terapéutica y socializa. ¿Qué harán ahora esos bañistas con la piscina cerrada y sin la esperanza de que el Ayuntamiento se haga cargo de esta necesidad?.

La soledad es una epidemia, pero no se nombra ni se aborda, aunque en algunas poblaciones ya existen "agentes antisoledad", encargados de detectar situaciones de riesgo. También el asociacionismo vecinal puede cumplir una tarea de acogida y soporte, ofreciendo actividades diversas que aglutinen y fortalezcan la sociabilidad, donde la gente se sienta escuchada.

Mario Benedetti en un poema nos decía "Hagamos un trato. Compañera, usted sabe que puede contar conmigo. No hasta dos o hasta diez, sino contar conmigo". Acompañar y combatir esa tristeza, aislamiento y nostalgia de nuestros mayores más cercanos puede ser un buen objetivo para este otoño. Además, es una forma de luchar contra al individualismo galopante. No olvidemos que algún día, si tenemos la suerte de llegar, seremos mayores y nos gustará estar cuidados y valorados.

La soledad invisible del otoño

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