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Oyarzabal catapulta a la Real hasta la segunda posición

Un gol del capitán realista en la recta final permite a la Real Sociedad aumentar a seis las jornadas seguidas sin perder, sobreponiéndose a las diez bajas con las que afrontaba el partido

Oyarzabal fue el autor del gol del triunfo contra el Elche / Juan Herrero EFE

San Sebastián

Da igual que tenga diez bajas. Da igual que el Elche tire dos veces al poste. Da igual que tengas que acabar con un equipo que parecía más tu filial que tu primer equipo. Da igual que saques un once titular con una media de edad de 24 años. Todo eso le da igual a esta Real Sociedad de Imanol Alguacil, capaz de sobreponerse a cualquier adversidad para sacar tres puntos de mucho mérito y muy sufridos que le ponen en órbita, alcanzando la segunda posición en la Liga con una racha espectacular de seis jornadas seguidas sin perder. Mikel Oyarzabal, tenía que ser él, firmó la victoria txuri-urdin, con un gol a falta de 9 minutos para el final, precedido de un grosero error de Roco, que no despeja un balón franco en el que llevaba ventaja.

Hace una semana se acercaba a la grada para pedir perdón por su penalti fallado contra el Sevilla, y esta vez se redimía con un gol que vale su peso en oro. Es el alma de esta Real, y se merecía ser el héroe de un equipo que está a un punto del líder Real Madrid después de un comienzo liguero impresionante. Tuvo que superar a un Elche batallador y muy correoso, que completó una muy buena primera parte, pero fue de más a menos, y que aunque acabó con dos disparos al palo, también es cierto que tras el descanso bajó sus prestaciones y lo acabó pagando caro.

La Real Sociedad, con un once de circunstancias sobre el césped, pretendía ser fiel de entrada a su estilo de siempre, sometiendo al Elche con la pelota; pero se encontró a un rival intenso y respondón, que era valiente en la presión y que no tenía ningún repaso en buscar de forma directa y vertical la portería de Remiro, que volvía a la titularidad. El partido comenzaba como una tensa batalla de la que nadie parecía salir ganador. Todavía faltaba mucho, pero el equipo ilicitano quería romper su mala racha de los últimos partidos y la Real quería encaramarse hasta la segunda posición de la tabla, para completar uno de esos arranques ligueros que se recuerdan durante tiempo. La Real tenía la pelota, liderada por Zubimendi y Merino, y con el debutante Turrientes mostrando mucha personalidad en su estreno en Primera. Pero el Elche tejía una perfecta tela de araña que era casi impenetrable.

Y luego corría. Corría el Elche a partir de las galopadas del correcaminos Johan Mojica, que encontraba una autopista por la banda izquierda, en la que Gorosabel se veía demasiado desasistido por un Januzaj que solo miraba hacia delante, y por tanto era superado una y otra vez con desajustes defensivos que cerca estuvieron de darle un buen disgusto. Porque Lucas Perez leyó la jugada y buscaba la espalda de la defensa realista por esa banda, con Zubeldia algo fuera de ritmo con su primera titularidad de la temporada. Y luego el colombiano tiene el colmillo afilado en este inicio de temporada. Una de sus galopadas acabó con un centro que llevaba veneno entre la defensa y el portero realistas. Nadie acertó a despejarlo y apareció como un obús el Pipa Benedetto para dejar temblando el poste izquierdo de la portería de Remiro.

El propio Lucas Pérez remataba minutos después rozando el poste de la portería realista. Y también Fidel obligó a Remiro a despejar con apuros un disparo lejano desde la frontal. La Real monopolizaba el balón, pero era demasiado horizontal y le costaba horrores romper las líneas de presión de un Elche que jugaba muy replegado en su campo y que con sus rápidos contragolpes puso las ocasiones más claras en una primera parte que terminó sin goles.

Tras el descanso, el partido cambió totalmente. La Real dio un paso adelante de forma decidida, y el Elche no tuvo capacidad para salir de su campo, sometido totalmente y sobrepasado en cada acción de peligro de los donostiarras. Parece un milagro que en eso veinte primeros minutos de juego, el equipo realista no marcara. Las tuvo de todos los colores. Lobete a quemarropa a la grada desde el área pequeña, Oyarzabal a puerta vacía, Merino atajando Kiko Casilla… La Real apabullaba al Elche, que no veía la forma de poder sacudirse ese dominio abrumador. Los donostiarras habían hecho ya méritos suficientes como para adelantarse en el marcadores, mientras los ilicitanos aguantaban de pie, pero lejos del buen nivel ofrecido hasta el descanso.

Y cuando pasó el chaparrón y el partido se volvió a equilibrar, el Elche intentó estirarse un poco, y llegó su único tiro en la segunda parte, un trallazo desde lejos de Pere Milla al que respondió bien Remiro para tocar el balón lo justo para que pegara en el larguero. El partido languidecía camino el empate, con la Real espoleada por su público y el Elche defendiendo a capa y espada. Pero nadie contaba con la cantada de Roco. Minutos antes le había sacado un balón bajo palos a Oyarzabal con su portero batido. Pero Oyarzabal siempre vuelve, siempre está atento, siempre te busca. Y eso hizo. Era un balón franco, aparentemente fácil para despejar. Otro no hubiera ido. Pero el eibarrés huele el peligro. Y fue, y se encontró con el regalo. Y un regalo puede devolverte. Pero dos ya no. Se plantó delante de Kiko Casilla, lo sentó y a puerta vacía puso en órbita a su Real. Quizá excesivo castigo para el Elche, pero si haces esos regalos en Primera, lo normal es que lo pagues muy caro.

Roberto Ramajo

Roberto Ramajo

Entro en el grupo en 2002 como redactor de prácticas. En 2005 se incorporó a la redacción en Gipuzkoa...

 
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