La prudencia es la madre de la ciencia

Asturias

Una comida navideña, una celebración entre amigos, y brote al canto. El ejemplo más reciente, la celebración del Hospital de Málaga, al que asistieron 173 profesionales sanitarios y dejó y, al menos, 68 infectados. Y eso que se supone que tomarían medidas de seguridad y que son conocedores de los riesgos de un virus del que nadie está libre de padecer. En pleno puente de la Constitución, Asturias está a tope, de lo que me alegro, porque aliviará la economía de hosteleros, hoteleros y comerciantes tras un año tan horrible como este, pero a la vez tengo sensaciones encontradas por el riesgo que corremos. Y esto no acaba más que comenzar. Las próximas semanas viviremos días de eventos supercontagiadores que impulsán la curva de infecciones hacia arriba. Este mismo fin de semana se salda con mil casos nuevos en la región y el Servicio de Salud opta por doblar las guardias y comenzar a aplazar descansos, porque se huele que lo peor está por llegar. La sexta ola parece que será más suave y que, aunque los casos se multipliquen de forma exponencial, habrá menos muertes y hospitalizaciones, pero volverá a ocasionar grandes trastornos, en forma de cuarentenas, bajas laborales y daño económico sobre un sector sobre el que, como decimos aquí, llueve sobre lo mojado. Soy de los que piensan que no nos queda otra que convivir con el bicho y mantener en la medida de lo posible nuestras costumbres, nuestro ocio, en definitiva nuestra forma de vivir, para no caer en el abismo económico ni en la depresión, pero hoy mismo, día en el que estuve sacando entradas para las fiestas de Nochevieja de mis hijas también me gustaría también lanzar un mensaje de prudencia y apelar a la gente a que sea cauta y mantengan las tres medidas básicas: mascarilla, distancia y ventilación. No cuesta tanto y nos puede librar de volver a vivir otra pesadilla. Como decían nuestros mayores, la prudencia es la madre de la ciencia. Y nunca mejor dicho.