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Respeto, a pesar de todo

Los últimos incidentes en la grada del Príncipe de Asturias llaman a la reflexión entre todos. El derecho a la crítica es libre, el insulto intolerable. Si por algo se ha caracterizo el Villa de Aranda en sus más de 20 años de historia es por la comunión entre equipo y afición. Un vínculo fundamental para superar malos y disfrutar de buenos momentos. Un binomio por encima de todo

El equipo saluda a la afición amarilla antes del partido ante Guadalajara. / Cadena SER

Aranda de Duero

Sin respeto no hay nada. No hay diversión. No hay competición. No hay principio, ni valores. No hay comunión. No hay deporte. Sin respeto nada merece la pena.

Los acontecimientos de los que, lamentablemente, fue protagonista el Príncipe de Asturias en el partido ante Guadalajara no deben pasar desapercibidos. La crítica es asumible, el insulto no se acepta. Eso son los principios del deporte, de la competición. Bueno será recordarlo para no reabrir heridas del pasado.

Según ha contrastado la redacción de deportes de la SER, el jugador del Villa de Aranda Nico López fue protagonista de uno de esos episodios que hay que desterrar del mundo del deporte. Increpado por un sector de la afición y con la familia del jugador en la grada se vivieron momentos de tensión que no demuestran la unión necesaria en estos malos momentos. Tampoco hay que obviar un gesto del jugador, que dio lugar a interpretaciones en la grada, y pudo ser el detonante de las críticas con los ánimos calientes. Toda ha de tranqulizarse.

Unos incidentes que llaman a la reflexión. El derecho a la crítica es libre. El insulto, intolerable. Si por algo se ha caracterizo el Villa de Aranda en sus más de 20 años de historia es por la comunión entre equipo y afición. Un vínculo fundamental, no solo para los éxitos, sino para el crecimiento del club y sobre todo convertir en una fiesta cada jornada en el feudo arandino. Apoyo, en las buenas y también en las malas. Ejemplo de ello, la derrota de la pasada temporada en ASOBAL ante Irún, que confirmaba el descenso del equipo a Plata con un pabellón en pie dando las gracias a los suyos. Eso es el Villa de Aranda. No se puede perder.

Otros episodios lamentables como la desafortunada reacción de otro aficionado que en el debut (temporada 19-20) del ex entrenador, Alberto Suárez, en casa se tomó la justicia por su malo de arremeter contra el técnico con gruesas palabras. Inaceptable. Capítulos aislados, si, pero intolerables, que no deben ser protagonistas en un recinto deportivo donde son otros los principios que imperan, el respeto al rival, pero sobre todo a los tuyos.

Es ahora con un equipo que no está logrando los resultados esperados, protagonista de la crítica, presa de los nervios, cuando, en las malas, la afición, soberana y respetuosa, siempre ha sabido mimetizar el dolor de todos, equipo, cuerpo técnico, directivos... será bueno que entre todos volvamos a ser partícipes de los malos momentos. No está siendo la temporada deseada, pero hay tiempo para reflexionar, reaccionar, exigir y salvar la situación. El equipo, la entidad y la historia del balonmano arandino lo merecen, más allá de disputas personales. Respeto.

 
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