Ganadería industrial

Córdoba

A estas alturas del debate sobre las macrogranjas resulta muy difícil decir algo novedoso o hacer alguna aportación. Quizás entonces lo más importante es subrayar cómo, a pesar de que la ciencia, casi de forma unánime, viene advirtiendo sobre los riesgos asociados a la ganadería intensiva y sobre los riesgos asociados a un consumo abusivo de carne, a pesar de estas advertencias de la ciencia, los poderes económicos, parte del poder político y un buen número de medios de comunicación se empeñan en remar en la dirección contraria con tal de sacar adelante sus intereses particulares aún en contra del interés general.

Esta misma reflexión podemos hacer cuando nos referimos al cambio climático, a la explotación del olivar intensivo en nuestra provincia, a la multiplicación de huertos solares en la campiña, al aprovechamiento de los acuíferos que están desecando Doñana o las Tablas de Daimiel o a las malas prácticas agrícolas en el entorno del Mar Menor.

Sistemáticamente se ignora a la comunidad científica o se extiende un manto de silencio sobre sus advertencias si éstas no coinciden con los intereses del poder o cuestionan alguno de los pilares de un sistema basado en la extracción y explotación ilimitada de los recursos naturales.

Pero a pesar del negacionismo, la ganadería industrial es el tercer sector con mayores emisiones de gases de efecto invernadero en el estado español, es responsable de la contaminación por nitratos de las aguas subterráneas, no fija población en el medio rural, sino justamente todo lo contrario, contribuye a la despoblación por sus graves efectos en las poblaciones en las que se instala y es generadora de múltiples prácticas de maltrato animal.