A la caza de vecinos con neveras o arcones enchufados a la luz de los trasteros: así podemos detectar usos fraudulentos

Son las ocho de la mañana. Primera parada, uno de los garajes de la calle Labastida en Vitoria. “Recibimos un aviso de que aquí había un vecino que estaba cargando la batería de la furgoneta camperizada en el garaje”, explica David, un electricista al que encargan el uso fraudulento de la luz de los trasteros en las comunidades de vecinos. La furgoneta sigue aparcada pero a esas horas de la mañana no está enchufada. “Uno de los vecinos grabó un video en el que se veía claramente como salía una manguera por debajo de la puerta, daba la vuelta a la furgoneta” y estaba conectado a un enchufe del garaje. El fraude se dio a conocer en una reunión de vecinos, el propietario lo negó y “todavía no se ha resuelto”. El uso fraudulento de la luz de los trasteros en las comunidades de vecinos es una práctica “más habitual de lo que pensamos”, explica David. El consumo de energía de los trasteros es un gasto que se paga entre toda la comunidad y por eso, en ocasiones, los vecinos lo aprovechan para evitar pagar la factura de la luz. Los trasteros se entregan únicamente con una bombilla y un interruptor, pero “la gente acaba poniendo más enchufes” y lo usan para cargar sus pertenencias. La siguiente parada del recorrido está en la calle Juan Gris. La mayoría de casos que registran son de propietarios que enchufan neveras para almacenar comida y que el resto pague por ellos. “En este bloque detectamos varios propietarios que tenían incluso arcones con comida, enchufados a la luz de los trasteros para utilizarlo como despensa”, explica David. Otro ejemplo, que cada vez es más habitual, es el de los patinetes eléctricos. «Nos hemos encontrado patinetes cargando en los portales, en la puerta de casa y a la vista de todos», explica. En esta ocasión, uno de los vecinos grabó un video para denunciar la situación y avisar a la gestoría de la comunidad. Algunos propietarios le echan mucha imaginación y han llegado a encontrarse hasta «un acuario con peces» en los trasteros. Los fraudes eléctricos de este tipo son muy difíciles de detectar en la factura de la luz, por eso, normalmente son los propios vecinos quienes alertan a la gestoría de la comunidad. Cuando los electricistas reciben el aviso, acuden al lugar para conseguir pruebas y realizar las mediciones. “Ahora ya es un poco tarde, solemos empezar a las cuatro o cinco de la mañana porque a estas horas es cuando suelen hacer uso de la luz y evitamos la presencia de vecinos”, explica David. Una vez en los trasteros, se va al cuadro principal, se abre la caja de registro que hay fuera de los garajes, y se mide con una pinza amperimétrica que calcula el consumo general de los trasteros. David, hace una demostración en los garajes de la calle Juan Gris: «en este caso nos ha dado 0,7 A cuando normalmente, si no hay fraude eléctrico, tiene que dar cero». A pesar de que los vecinos de este bloque fueron avisados en su día de que se habían detectado irregularidades, algunos siguen utilizando los enchufes para uso particular. El siguiente paso es ir a la mitad del garaje para ver hacia donde va el flujo de corriente y medir el consumo de luz de cada vecino. Nos detenemos en el cuadro de uno de los trasteros y David comprueba que uno de los vecinos está utilizando casi la mitad del consumo de la comunidad. «Lo primero que hacemos en estos casos es avisar a la gestoría y esta se pone en contacto con el propietario para darle un aviso», explica. Cuando detectan un fraude eléctrico nunca se corta la luz de primeras. David explica que primero se intenta llegar a un acuerdo con el propietario y en ocasiones se oferta colocar contadores parciales para hacer uso de la luz del trastero”. La mayoría de los vecinos suele negarlo por eso es importante realizar la medición y tener fotografías o vídeos para poder comprobarlo. Si no se llega a un acuerdo con el propietario, se avisa a la comunidad de que se va a limitar la potencia del consumo en los trasteros y de esta forma se limita el uso de la luz. “Ahí nadie se arriesga a tener una nevera y que salte la luz”, concluye David mientras recoge el material en su furgoneta.