Bizkaia, en la élite arbitral del balonmano: de pitar la final de Champions femenina a la de Copa en una semana
Javier Álvarez, junto con el navarro Yon Bustamante, forma una de las parejas más consideradas en el panorama internacional

El colegiado vizcaíno Javier Álvarez está considerado como uno de los mejores de Europa
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Javier Álvarez Mata no es dado a grandes titulares, pero se le escapa una sonrisa cuando escucha que es “el árbitro de moda del balonmano español”. Lo cierto es que él y su compañero Yon Bustamante se han convertido en la pareja arbitral más internacional y reconocida del momento. Esta temporada lo han demostrado dirigiendo dos encuentros de altísimo nivel: la final de la Champions League femenina en Budapest y la final de la Copa del Rey masculina en Irun, entre el Barça y el Ademar León.
“Estamos súper contentos, han sido semanas muy exigentes”, reconoce Álvarez. “Teníamos que echar el resto con esa traca final, y la verdad es que todo ha salido muy bien. Ahora sí, tocan las merecidas vacaciones”.
La Champions, una experiencia inolvidable
Arbitrar una final continental no es cualquier cosa, y Álvarez lo tiene claro: “Aquí no siempre valoramos lo que significa pitar una Champions femenina. Pero cuando estás en un pabellón con 20.000 personas animando como si fuera una final de fútbol… es algo espectacular”. Budapest vibró con la pasión del balonmano centroeuropeo, y eso también se reflejó en la presión sobre los colegiados.
“Hasta que no lo vives, no te haces una idea del ambiente. Es nuestro fútbol. La afición es increíble, el pabellón incluso más grande que el de Colonia”, asegura el colegiado vizcaíno.
El secreto: pasar desapercibido
Lo que más ha destacado de esta pareja arbitral es su estilo. Sólido, sereno y eficaz. “No vamos a cambiar ahora. Hemos llegado hasta aquí con esta forma de pitar, y funcionó muy bien. Fue muy aceptado y respetado”, explica Álvarez.
Ese mismo enfoque se repitió en la final de la Copa del Rey, celebrada en un Artaleku volcado. “Lo mejor que puede pasar es que no te des cuenta de que hay árbitros. Nuestro objetivo es dejar jugar, marcar el ritmo y desaparecer”, apunta. “Ayer todos colaboraron: jugadores, entrenadores… fue un partido muy chulo”.
¿Una final diferente con Bidasoa?
La presencia del equipo local, Bidasoa, habría cambiado el ambiente, reconoce. “Seguramente. El campo lleno aprieta, la emoción se multiplica. Pero el Barça está en otro nivel. Aun así, habría sido una final más competida”.
Un premio que sabe a gloria
Para Álvarez y Bustamante, esta ha sido su tercera final de Copa del Rey, pero la ilusión sigue intacta. “Solo uno puede pitar la final. Es un auténtico premio. Sigue siendo como la primera vez, un orgullo total”.
En un deporte que pocas veces centra los focos en los árbitros, esta pareja ha brillado justamente por lo contrario: por pasar desapercibida. Y ese, en su trabajo, es el mayor de los elogios.