La tala legal de nueve pinos centenarios desata la protesta vecinal en San Javier

Cartagena

La tala de nueve pinos centenarios en una parcela privada de Santiago de la Ribera ha provocado una fuerte reacción entre los vecinos, que acusan al Ayuntamiento de San Javier de no haber hecho lo suficiente para proteger este patrimonio natural. Aunque la actuación cuenta con todos los permisos legales y técnicos, concedidos por el consistorio a la promotora responsable, los residentes lamentan la pérdida de unos árboles que formaban parte del paisaje histórico de la zona y que contaba, según Nuria Velázquez, portavoz vecinal, "con especies protegidas como la ardilla roja".

Desde el consistorio aseguran que la tala fue autorizada tras informes favorables de Medio Ambiente y Urbanismo, y recuerdan que los ejemplares no estaban catalogados como árboles singulares ni monumentales. “Con la normativa actual, no podíamos impedirlo. Pero entendemos la tristeza de los vecinos”, declaran.

Los residentes, sin embargo, describen un fuerte vínculo con esos pinos, situados en un enclave simbólico del municipio. “Pues justo enfrente, a menos de 50 metros (del balneario hexagonal), había una pinada maravillosa, que además está conectada con otras de fincas muy cercanas… Son los pinos genuinos, y son pinos centenarios. Y teníamos un apego muy fuerte, porque muchos de los que estamos allí tenemos recuerdos de infancia”, explicaba Nuria.

Los testimonios reflejan además la percepción de que esta tala es parte de un problema mayor. “Estamos hablando de que no hay un plan de relación territorial en San Javier… Y en San Javier, tres cuartos de lo mismo. Se hizo un plan urbanístico que decayó en 2014, y tampoco había voluntad de terminarlo. Con lo cual, están ahora construyendo a saco, en toda la zona de San Javier”, denuncia Velázquez.

La tala se realizó en una parcela privada, lo que técnicamente amparaba la actuación, pero los vecinos sostienen que hubo irregularidades: “El primer día que llegamos, no habían acotado la calle, no llevaban ningún equipo de protección individual… Nos da la sensación de que tienen tanta prisa y tanta avidez por conseguir dinero, que ni siquiera están haciéndolo con la seguridad correspondiente”.

Los residentes también destacan la importancia ecológica del enclave: “Cada pino en sí mismo era un hábitat. Estamos hablando de pinos centenarios, que tenían más de veintitantos metros de altura, con una copa enorme. El conjunto formaba un ecosistema urbano muy importante, que además conecta con otros de la zona”.

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El malestar ha trascendido lo ambiental y se ha convertido en un debate sobre el modelo de desarrollo: “Parece que el Ayuntamiento protege más los negocios urbanísticos que a los vecinos… Una funcionaria le comentó a una compañera que si seguíamos quejándonos, lo único que íbamos a conseguir es que el promotor se aburriera y se fuera con el dinero a otro ayuntamiento. Creo que con esa frase resumieron cuál es el espíritu de San Javier”, apunta esta residente.

El impacto emocional en el vecindario es evidente. “Hay personas que cuando se levantan por la mañana y ven eso, se echan a llorar. Tenemos vecinos que han tenido ataques de ansiedad, crisis de nervios… y además nos han tratado mal, hasta nos han amenazado los operarios”, relata.

Ante esta situación, se ha constituido una plataforma ciudadana que busca frenar futuras actuaciones similares y reclamar mayor protección legal. “Nos hemos constituido en una plataforma para defender nuestros derechos y para defender nuestro patrimonio, para cambiar el concepto de cómo hacer las cosas. Se pueden hacer las cosas, pero hacerlas teniendo en cuenta un poquito, no a lo bruto”.

Desde el Ayuntamiento aseguran que ya trabajan en la redacción del nuevo Plan General de Ordenación Urbana, que incluirá medidas para proteger agrupaciones de árboles, incluso en suelos privados. Según el concejal del área, de haberse aplicado ya esta normativa, parte de los pinos talados se habría conservado.

La polémica ha reabierto el debate sobre la necesidad de reforzar la protección del arbolado en el entorno del Mar Menor, especialmente en zonas sometidas a presión urbanística.