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La lucha de las viudas de la pena de muerte: "La mujer vale la mitad que un hombre en Irán"

Maryam Moghadam y Behtash Sanaeeha dirigen 'El perdón', un drama social que juega con el suspense y reivindica la liberación de las mujeres frente a las leyes patriarcales y las trabas burocráticas de la república islámica

Fotograma de 'El perdón' / SURTSEY FILMS

Fotograma de 'El perdón' / SURTSEY FILMS

Madrid

El cine iraní tiene la capacidad de explorar todos los recovecos de una sociedad subyugada por el peso de la religión y el autoritarismo político. No solo lo refleja en grandes películas, sino que también lo exporta a numerosos países y es una de las cinematografías más presentes en festivales internacionales. Habitualmente son hombres directores los que cuentan estas historias, pero las mujeres también se van abriendo paso. Es el caso de ‘El perdón’, película que escriben y dirigen Maryam Moghadam y el realizador Behtash Sanaeeha.

“Quería hacer esta película por varios motivos. Por un lado, nos preocupa mucho el tema de la pena de muerte, la tasa de ejecuciones es altísima en Irán, y también la situación de la mujer respecto a esto en un país tan misógino. Además, es en parte la historia de mi familia. Mi padre fue ejecutado por motivos políticos cuando yo era niña. El personaje está inspirado un poco en lo que le pasó a mi madre, no es la historia exacta, pero sí tiene mucho que ver con lo que viven estas mujeres, esa fue la motivación para escribir el guion”, cuenta la primera, también protagonista del filme, en conversación telemática.

Los directores ofrecen un retrato feminista de la pena de muerte, un viaje de resistencia y liberación de todas aquellas mujeres viudas que se quedan sin derechos cuando sus maridos son ejecutados. Sin un hombre al lado, las mujeres pierden su estatus social y su posición económica se devalúa regida por leyes patriarcales. Las viudas tienen que luchar contra el difícil acceso a una vivienda, la falta de derechos para familias monoparentales y las trabas para ser beneficiarias de algún subsidio. “En Irán la mujer siempre está identificada por el hombre que está a su lado, no tiene el valor completo de una persona. En la Sharía, la ley islámica, la mujer vale la mitad que un hombre. Por ejemplo, en un juicio necesitas el testimonio de dos mujeres para igualar a un hombre testigo. Desafortunadamente, esta es la triste realidad y así está retratada en la película”, añade.

Maryam Moghadam y el realizador Behtash Sanaeeha, durante el rodaje de 'El perdón' / SURTSEY FILMS

Maryam Moghadam y el realizador Behtash Sanaeeha, durante el rodaje de 'El perdón' / SURTSEY FILMS

Maryam Moghadam y el realizador Behtash Sanaeeha, durante el rodaje de 'El perdón' / SURTSEY FILMS

Maryam Moghadam y el realizador Behtash Sanaeeha, durante el rodaje de 'El perdón' / SURTSEY FILMS

El perdón se suma a otros retratos audiovisuales que tratan de mostrar cómo la sociedad iraní convive con la pena de muerte y sus efectos en los núcleos familiares. Lo hizo, por ejemplo, Mohammad Rasoulof en ‘La vida de los demás’ a partir de los dilemas morales de los verdugos. Pero la cinta también expone, como la filmografía de Asghar Farhadi, el laberinto burocrático al que se enfrentan los ciudadanos con las autoridades policiales, judiciales y con la propia administración. “Queríamos hablar de la injusticia y del peso de la ley, pero también queríamos hablar de cómo las mujeres viven esta situación, por eso lo hacemos a través de lo más cercano a la realidad”, explica Moghadam sobre las rutinas diarias de esta viuda que tiene que trabajar, cuidar a una hija con discapacidad, buscar un hogar y lidiar con una familia política que la amenaza.

Los realizadores optan por una puesta en escena sobria, con un juego de ventanas y puertas, con la cárcel interna de la protagonista, y el uso de metáforas, elemento clave para sortear la censura en el cine iraní, pero también un recurso muy presente en la tradición cultural del país. “En la literatura persa tienen un gran peso las metáforas, los dobles significados... El uso de las metáforas en la película tiene más que ver con el interés personal en este arte, en estar cerca de esa literatura, no tiene que ver con la censura, sino en ese interés por el minimalismo y el simbolismo en la narración, en utilizar un lenguaje más poético”, aclaran.

Hay una voluntad poética en su principio y final con la figura de la vaca en la cultura islámica, asociada al sacrificio y la restitución de una pena. En este caso, les sirve para denunciar la ejecución de un inocente y cómo las injusticias envenenan la vida de las personas. Además, la película está plagada de pequeños homenajes al propio cine. La hija de la protagonista adora ver películas, como La pequeña princesa, con Shirley Temple o el clásico Bita, de Googoosh. Un guiño a la importancia del cine como única ventana al mundo para una generación.

“Cuando escribimos el guion, pensamos mucho en lo que sucedería en la casa del personaje. El cine ha significado muchísimo para nosotras en nuestra educación. Después de la revolución, todo fue prohibido, el cine, la música, no había nada especial que hacer para los niños, entonces para una generación fue importante crecer viendo películas en vídeo como único divertimento. Aprendimos viendo esas películas, era la única ventana al mundo, y ese cine ha hecho que seamos quienes somos y por eso mostramos en la película lo agradecidas que estamos”.

El perdón une el drama social con la crítica política y también el suspense, con un enigmático personaje en busca de redención por sus acciones, en una propuesta conmovedora y contundente. “No sé otros cineastas, pero nosotras buscamos razones para plasmar esa humanidad. Cuando hay cosas de las que no puedes hablar, tienes que mostrar que los derechos humanos es lo que la gente más desea en Irán”.

Pese a la censura y al férreo control sobre las obras artísticas, el cine iraní resiste a base de imaginación y de exportar historias de un profundo humanismo. Todo gracias a creadores conscientes de la importancia del cine como narrador de un país. “Irán es uno de los países en los que es más difícil hacer cine. Lo primero, tienes que enviar el guion para conseguir el permiso de rodaje. A veces lleva años, sobre todo si criticas algo. Después ruedas la película y tienes que enviarla para lograr el permiso para proyectarla. Si haces una película muy crítica, no consigues el permiso, como nos ha pasado a nosotras. Incluso te puedes enfrentar a juicios, a castigos y a penas para no rodar tu siguiente película. No es fácil hacer cine, pero abre una ventana a estar en contacto con otra gente en el mundo y contarle tus problemas”, concluye Maryam Moghadam sobre esta cinta que fue presentada en la Berlinale y también pasó la Seminci de Valladolid.

José M. Romero

José M. Romero

Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...

 

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