Sociedad

Colegios sin libros de texto: cada vez más centros renuncian a los manuales tradicionales y optan por material propio

Desde 2008 cuando tocó techo la facturación de las editoriales de libros de texto en España ha caído en 130 millones, un 15%

Imagen promocional del CEIP Princesa de Asturias de Elche. / CEIP PRINCESA DE ASTURIAS. ELX

Madrid

En el colegio público Princesa de Asturias de Elche se aprende a sumar tocando: "Son como cúbitos de un centímetro que los niños manipulan y esas unidades se convierten después en decenas, luego en centenas....Ellos lo van manipulando y van entendiendo primero el concepto de manera manipulativa y después a nivel abstracto, escrito, la fórmula". Quien lo explica es Leticia Gómez Perpiñá , directora del colegio,  que también cuenta que e el centro dejaron de utilizar libros de texto hace años: "Consideramos que todas las personas tenemos diferentes ritmos de aprendizaje. Pensamos que de la forma en que nosotros trabajamos damos mejor respuesta a esos distintos ritmos y a los distintos estilos que tenemos de aprendizaje".

El de este centro público no es un caso excepcional. Cada vez más colegios y también institutos están optando por otros materiales que no son el libro de texto tradicional.

En los 120 centros de La Salle, En los 120 centros de La Salle, donde estudian 80.000 alumnos, la mayoría concertados, están dejando de usarlos desde hace tres años cuando pusieron en marcha un nuevo proyecto educativo: "En el análisis que hemos hecho sobre cómo ofrecer la mejor respuesta a los niños, las niñas y los jóvenes de hoy entendemos que la propuesta tiene que ser más allá de un material concreto que es lo que está en los libros de texto", detalla Jesús Félix Martínez , director de la red de obras educativas de la organización religiosa. "Existen materiales creados por nosotros en infantil, primaria y ESO pero no está el modelo del libro tradicional porque hemos intentado ofrecer una propuesta integral,  que incluya proyectos que en nuestros centros educativos estaban presentes y que en un libro de texto tradicional es imposible introducir".

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Protagonista de su propio proceso de aprendizaje

La Salle ha liberado a educadores, que han formado sus propios equipos, para elaborar estos materiales. El proyecto educativo incluye otros cambios que también revolucionan los espacios o el tiempo de jornada escolar: "Se pone en el centro al alumno. Hacemos que sea protagonista de su propio proceso de aprendizaje y eso hace que la motivación, la implicación,  sea mucho mayor. Hemos modificado los horarios,  ya no están en función de áreas concretas porque ya no hablamos de asignaturas sino de ámbitos de aprendizaje. En esos ámbitos, además de las propias asignaturas, tenemos otros espacios donde se trabaja en la educación del ser, talleres, o donde se trabaja en el saber hacer, que son los proyectos, en los que se realiza un trabajo completamente interdisciplinar. Incluso tenemos unos espacios llamados aperturas y cierres que tienen mucho que ver con la educación emocional, el ser capaz de reflexionar sobre lo que he hecho...El cambio es total no es sólo el tipo de material que utilizamos".

No hay registros de cuantos centros han dejado de usar libros de texto y están optando por otros materiales de aprendizaje aunque tanto Leticia, la directora del CEIP Princesa de Asturias, como José Félix Martínez coinciden en que es una tendencia creciente.  "Se está extendiendo sobre todo en infantil" señala Leticia "Nos encantaría que se generalizara en primaria, cuesta un poco más, pero se puede conseguir. Aquí en la Comunidad Valenciana la consejería ha puesto en marcha un proyecto que se llama IMOU-TE , de formación del profesorado, en el que hay centros anfitriones y observadores. Nosotros nos hemos abiertos como un centro anfitrión y hemos recibido la visita de cinco o seis escuelas este curso. Es una forma de visibilizar o de expandir que otro manera de hacer en la educación es posible".

Un cambio también para las familias

La formación de los profesores también es fundamental en los centros de La Salle a la hora de manejar los nuevos materiales y aplicar el nuevo modelo de enseñanza. José Félix Martínez reconoce que al principio no fue sencillo: "Nosotros somos una institución que desde hace años contamos con proyectos de innovación propios así que los educadores están acostumbrados a esa innovación. Pero lo que ofrecemos ahora mismo es una transformación radical. Cualquier cambio en cualquier espacio es complejo al principio pero cuando los educadores comprenden y se ponen en marcha lo que tienen claro es que no volverían atrás". Martínez admite que tampoco ha sido sencillo para las familias: "Tenemos 80.000 alumnos y ahí tenemos de todo. Hay familias a las que les ha resultado más fácil y otras menos. Además todo el despliegue que hemos realizado en estos tres últimos años ha coincido con la pandemia y eso ha añadido dificultad a la hora de explicarles el proyecto. Pero cuando las familias lo entienden, mucho más allá de si se usan libros o no, sino la propuesta educativa que sea hace las familias estás satisfechas porque ven a sus hijos ir más contentos a la escuela que antes".

En el CEIP Princesa de Asturias también hubo que adaptarse a las clases sin libros : "Al principio costó. A las familias, a los compañeros y a la administración. A todos les parecía un poco extraño porque no sólo es que no tengamos libros de texto es que no tenemos un pupitre para cada uno de los niños. Es una manera de entender la educación que nosotros consideramos que debe ser viva y activa, con una mirada respetuosa a la infancia, hacía los ritmos de aprendizaje, hacía el movimiento y hacia una validación de las emociones. Romper con la enseñanza tradicional, porque nosotros también lo habíamos hecho en épocas anteriores, nos costó mucho".

La Salle pretende extender su nuevo modelo sin libros de texto a todas las etapas incluida la universidad y explica que hay varios proyectos de investigación en marcha para validar la eficacia de este método y cuantificar la mejora de resultados.

La facturación de las editoriales de libros de texto tocó techo en 2008: casi 900 millones de euros, según datos de la Asociación Nacional de Editores de Libros de Texto y material escolar (ANELE). En 2020 fue de 130 millones menos, un retroceso del 15%, está en niveles de 2014 a pesar de que en las aulas hay 900.000 alumnos más que entonces.

 
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