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Sociedad

Desde Canadá a Tenerife: la historia de dos familias unidas por un mensaje en una botella

La carta de Siobhane Riggs, una niña de cinco años, recorrió el Atlántico y llegó a manos de Patrick Dennis, que contactó con su familia nada más recibirla. 20 años después las familias todavía mantienen la relación y le han construido un altar en la isla

La botella que llegó a Tenerife con el mensaje de una niña canadiense

La botella que llegó a Tenerife con el mensaje de una niña canadiense

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Madrid

El capricho volcánico quiso que entre los imponentes barrancos del Parque Rural de Anaga y un Atlántico embravecido descansara la playa de Tachero. Un regalo natural aún envuelto para muchos tinerfeños. Llegar hasta allí no es nada fácil. Más difícil todavía es encontrar un día de bonanza. Un lugar recóndito, inhóspito y misterioso. Pero para la familia Riggs, residente en Burin (Canadá), es “un espacio de paz” a 4.500 kilómetros de casa.

En 2002, Emérita Castellana, una vecina de la zona, paseaba entre los callaos cuando percibió restos de basura flotando en la orilla. Como si fuera parte de las toneladas de plástico que dirigen los alisios hacia las costas insulares, se acercó para retirarla. Pero eran dos botellas. Estaban meticulosamente amarradas, con el mimo impropio de quien lanza restos al agua.

En su interior había dos mensajes, o eso debía creer. Estaban en inglés, un idioma que desconocía, pero aquellas cartas debían de ser importantes. La anciana las llevó a la escuela unitaria de Taganana, donde confiaba que alguien las tradujera. En el centro trabajaba Patrick Dennis. Un londinense afincado en la isla desde 1987. Nativo y profesor auxiliar, nadie mejor que él para interpretar aquellos mensajes, en concreto el de Siobhane Riggs.

Se trataba de dos cartas de dos hermano, Andrew John, de ocho años, y Siobhane. Su contenido era muy similar, también sus objetivos. Querían una respuesta. Patrick era aquella “persona afortunada” a la que se dirigía la pequeña. Así que, “sin saber exactamente de dónde venían” contactó con la remitente, tras determinar que el código ilegible correspondía a Canadá. “En diciembre de 2002, dejé un mensaje en el contestador automático”, recuerda sobre aquel intento fallido.

"Estaba muy entusiasmado"

Media hora más tarde, Patrick recibió respuesta. Era la madre de los niños, CarolAnn Riggs. “Estaba muy entusiasmado”, rememora el destinatario, quien, por fin podría contarle a la niña que alguien tenía su botella viajera. Pero no podía contárselo. “En un tono muy plano y bastante bajo, su madre me dijo que la niña había fallecido en enero”. Patrick no se lo creía.

“Le pedí que lo repitiera y lo repitió”. Aquellas palabras eran una realidad. La pequeña Siobhane había fallecido once meses antes. Durante el viaje que su botella había iniciado desde la isla Sable, en Nueva Escocia. En el mes de enero, la familia salió a dar una vuelta en moto de nieve cuando sufrieron un accidente. Los cuatro miembros de la familia Riggs habían colisionado frontalmente contra otro vehículo y solo ella había muerto.

Aquel desenlace no estaba en el guion ideado por Patrick. Tampoco en el planteado por los alumnos de su escuela unitaria. Pero mantuvieron el contacto. Tal vez por el arrepentimiento de “entrometerse en aquel episodio”, el profesor cumplió las peticiones de la madre de Siobhane. Guardó las botellas y las cartas a buen recaudo para que un día, la familia pudiera recogerlas en Tenerife.

Un altar en la playa de Tachero

Menos de dos años después, en mayo de 2004, la familia Riggs viajó a Tenerife para visitar la playa de Tachero. El hecho de que las botellas hubieran llegado intactas suponía que su hija había llegado al cielo “sana y salva”. “La playa en la que apareció era muy similar a las playas que tenemos aquí en Newfoundland”, asegura CarolAnn, que, desde que apareció la botella, siente que su hija “está bien”.

Tal vez por su “carácter despierto y sociable”, como la ha conocido posteriormente su remitente, Siobhane “ha unido a una familia de Canadá y Tenerife”, apunta su madre. Tanto es así que en 2017 la familia retornó a Canarias y en 2019, antes de la pandemia, la familia de Patrick Dennis pasó las navidades en la localidad de Terranova, donde incluso los nombraron ciudadanos honoríficos.

Casi dos décadas después, en octubre de 2021, pasó por la isla el padrino de la niña, que trabaja en una plataforma petrolífera. Al llegar a la playa de Tachero pidió a Patrick si podían construir un altar. A las dos semanas ya estaba hecho. En él hay una imagen de madera de la virgen de santa Ana que hizo una artista local con una tabla hallada en esa misma costa.

 
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