La vida de los últimos tejedores artesanos: "Aquí no importa el tiempo, sino que quede bien"

La aceleración tecnológica lo arrolla todo sin dejar un mínimo sosiego para digerir los ultimísimos inventos. Pero si se sabe buscar, pueden hallarse pequeñas burbujas donde el espacio y el tiempo se serenan. Ana y Francis, tejedores artesanales, siguen enhebrando sus telares como se hacía siglos atrás, lo que no les aísla del mundo. Han sido Premio Nacional de Artesanía, colaboran con diseñadores de moda e interioristas, alguna de sus creaciones ha desfilado por la "Fashion Week"… "Pasas una lanzadera, una hebra, se peina... Pisa pedal, pasas lanzadera y peinas; pisa pedal, pasas lanzadera y peinas... Esos son los tres movimientos básicos. Siempre, para cada hebra, hay que hacer tres movimientos: pisa, lanza, peina, pisa, lanza, peina, pisa, lanza, peina... Siempre igual, siempre igual". Para llegar hasta los telares de Ana (Ana Santiago) y Francis (Francisco Carrasco) hay que atravesar los bosques de pinos salgareños que crecen por encima de los mil metros sobre el nivel de mar en la Sierra del Segura, cerca de Orcera (Jaén). Viven en una antigua casa forestal donde, por estos días de junio, florece el lirio emperador y anida el cárabo en la rama partida de un chopo. Las estancias de la casa se alumbran con energía solar. El agua es de aljibe. Dentro hay tres telares de madera. Dos de ellos proceden de Suiza. Viajaron en furgoneta y los trajeron desmontados en la parte trasera. El otro telar llegó con un manual de instrucciones desde la ciudad de Chico, al norte de California (Estados Unidos). Los pedales del telar se presionan con los pies descalzos. Ana Santiago está en proceso de recuperación de la fractura de los huesos sesamoideos del dedo godo de uno de los pies. Cuando Ana acudió a las consultas médicas para explicar su mal, le costó hacerse entender. “Los tejedores artesanos no existimos, no hay enfermedades laborales derivadas de este trabajo porque este trabajo no existe. Somos tan extraños que no existimos como trabajo en sí". “Dedicándose de forma profesional, ahora mismo habrá tres o cuatro en Andalucía. Y en España, hay tejedoras en Barcelona, en Galicia, Madrid... Y tiene que haber algunas más, pero somos muy pocas. Este es uno de los oficios artesanos que está en peligro de extinción. Y uno de los problemas añadidos que estamos teniendo los pocos las y los pocos tejedores artesanos que quedamos en España es la falta de regulación legal para saber cuándo algo es artesanía y cuándo no lo es. A día de hoy existen empresas de reconocimiento nacional en España, grandes, potentes, de muchos años, que siguen mostrando su producto como artesano y no lo son. Además, se puede ver perfectamente; tú te vas al taller y ves los telares funcionando solos. Eso no es artesanía". Durante el siguiente reportaje Ana y Francis van a ir desgranando todos los pasos que han de realizar para crear una prenda: desde la parte más creativa (fotografiar las alas de polillas y mariposas nocturnas para imitar sus colores, encontrar la inspiración en los musgos y líquenes tras un día de lluvia, trasladar la luz que pasa entre las acículas de los pinares y el movimiento de los arroyos...), pasando por la traslación a matemáticas en un proyecto, la elección de fibras naturales (Ana y Francis recibieron el Premio Nacional de Artesanía por una colección realizada con fibra reciclada de pantalones vaqueros usados que imitaba el paisaje que les rodea), en enhebrado de las mallas y el peine (el proceso de enhebrado de un telar puede llevar varios días), hasta que las bufandas, chales, alfombras, manteles, cojines son rematados a mano, lavados a mano, puestos a secar entre los pinos y planchados.