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Tres claves sobre Xi Jinping

Libertad de prensa, vigilancia a la población y la represión de minorías: lo que no se ha escuchado en el Congreso del Partido Comunista

Cierre del 20º Congreso del Partido Comunista chino. / Lintao Zhang

El pasado domingo se inauguró el vigésimo Congreso del Partido Comunista Chino, un cónclave con más de 2.300 miembros del Partido en el que Xi Jinping se ha consolidado como el líder más poderoso de China.

Ofrecemos tres claves sobre el presidente chino y lo que no le gusta: la libertad y las minorías.

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Libertad de prensa

Alfonso Valdez, presidente de Reporteros sin Fronteras:

Los periodistas chinos van a la cárcel, a la tortura o al exilio. Y los periodistas internacionales, en el caso de que tengan doble nacionalidad, algunos están en la cárcel y, por supuesto, año tras año, el Club de Corresponsales denuncia que se empeoran las condiciones en las que hacen su trabajo y, además, la hostilidad en las calles cada vez está más tutelada y amparada desde el poder.

Los dos principales problemas es que la aclamación de un líder que se eterniza en el poder significa que cualquier disidencia, incluso dentro del propio Partido Comunista Chino, es absolutamente perseguida y silenciada. En el caso de China continental ha habido, por ejemplo, una desbandada, un éxodo de periodistas australianos ante el temor de que fueran encarcelados, como lo han sido ya algunos periodistas de nacionalidad china y algún otro país. Y luego el caso de Hong Kong, que al cumplirse el 25 aniversario de la retrocesión a China en 1997, ha supuesto el fin de las libertades y el acordado ‘un país, dos sistemas’. Y es un ejemplo de cómo ese incumplimiento de un acuerdo significa cercenar el modelo que podía servir para el resto de los chinos, de la libertad de prensa, de la libertad de expresión en Hong Kong.

Vigilancia de la población agudizada con la pandemia

Jaime Santirso, periodista:

China es el país con más cámaras de videovigilancia del mundo. Tiene más de una por habitante, muy por delante de las 0,2 del segundo en la lista, Estados Unidos. Este sistema se ha ido dotando los últimos años de los recursos más punteros, como la tecnología de reconocimiento facial para volverse aún más efectivo. Pero la capacidad de monitoreo del régimen ha entrado en un nuevo nivel con la implantación de la política de cero COVID.

Las autoridades cuentan ahora con una base de datos que registra en tiempo real los movimientos de cada individuo, pues es obligatorio escanear un código QR para acceder a todo tipo de espacios públicos o locales comerciales. Por si esto fuera poco, desde la aparición de nuevas variantes más contagiosas, también es obligatorio realizar una PCR cada tres días. Este marco hace realidad la fantasía de control total de Xi Jinping, un líder que ha incrementado la represión de manera notoria en esta década en el poder. Y la gran pregunta ahora es cuántos de estos mecanismos se mantendrán en vigor cuando la pandemia pertenezca al pasado. Algo que de momento está tan lejos que todavía parece impensable.

Represión y control de minorías como la uigur

Olatz Cacho, Amnistía Internacional:

Desde el 2017 y bajo el pretexto de una campaña contra el terrorismo, el Gobierno de China ha llevado a cabo abusos tanto masivos como sistemáticos contra personas musulmanas que viven en una región autónoma de China que es la de Xinjiang. Y esta campaña es un intento de atacar colectivamente a segmentos de la población de esta región, tanto por su religión como por su etnia, utilizando una violencia y una intimidación extrema. Y el objetivo, al parecer, es acabar con sus creencias religiosas islámicas y sus prácticas culturales, que es de la comunidad musulmana túrquica. Y el objeto principal es integrar un poco a la fuerza a estas personas de estos grupos étnicos en una gran china homogénea, con un solo idioma y una cultura identificada y sobre todo también una lealtad hacia el Partido Comunista Chino.

El Gobierno ha emprendido una campaña de detenciones masivas totalmente arbitrarias, y se ha detenido a lo que nosotros pensábamos que era alrededor de 1 millón de personas, pero parece que pueden ser incluso más. Son muchísimas personas de este grupo étnico predominantemente musulmán. Uigures, pero no sólo uigures, y que se les encarcela y se les envía a unos centros que ellos dicen que son de formación o educación, pero que realmente se ajustan mejor a la descripción de campos de internamiento. Y allí sufren, aparte de este adoctrinamiento político cultural, por así decirlo, también tortura malos tratos físicos y psicológicos.

 
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