¿Cómo afectan los viajes al cerebro?

Viajar. La cuestión es viajar. Da igual si reservas alojamiento en Cuenca, si te retiras unos días a la casa del pueblo, a una mansión a California o con tu mochila a Tailandia. También es irrelevante si el viaje es en solitario o con compañía porque el cerebro igualmente lo agradecerá.

Estar en lugares desconocidos y diferentes, experimentar nuevas e inmersivas vivencias y conocer otros idiomas y culturas amplía la zona de confort rutinaria, y esa actividad queda reflejada en el cerebro al aumentar las conexiones neuronales. El cerebro fortalece unas conexiones u otras en función de la actividad y, aunque el cerebro no es un músculo, funciona de una forma muy parecida y por ello resulta importante estimularlo. De esta forma aumentará la creatividad, la memoria, la confianza y la agilidad para resolver problemas, también mejorará el estado de ánimo y el humor.

La creatividad, entendida como la capacidad de encontrar diferentes soluciones a un tipo de problema, aumenta al viajar porque potencia, entre otros aspectos, la empatía. Viajar y visitar lugares nuevos y desconocidos, ayuda a ver las cosas de manera diferente, es decir, a ganar perspectiva. La capacidad para ponerse en la piel de los demás y tener perspectiva es clave para desarrollar la creatividad. La Academy of Management Journal demuestra que las personas que han trabajado o tenido alguna experiencia profesional en el extranjero tienen más imaginación y son más creativas que aquellas personas que no tuvieron esa oportunidad.

Viajar también influye para contar con una red social más amplia. Contar con un círculo de amistades ayuda a que tu cerebro no sufra deterioro cognitivo, lo cual deriva en la capacidad de recibir, procesar y elaborar la información de forma natural. Hacer planes, en ocasiones, ayuda a liberar estrés, a reír, a retar.

En concordancia con la creatividad, los viajes también ayudan a mejorar la memoria y la capacidad para resolver problemas. Un cerebro expuesto a situaciones desconocidas activa una cantidad elevada de redes neuronales para aprender y captar al máximo nivel. Es por ello que durante los viajes tu cerebro tiene una mayor activación derivada de un ejercicio añadido poco usual: orientación, cambio de registro e incluso de idioma, etc. Esta lucidez conseguirá que la persona esté mejor y más focalizada, lo cual resulta imprescindible para procesar las cosas de forma más rápida.