Jerzy Skolimowski, el cineasta polaco que denuncia el racismo y el maltrato animal en Europa con un burro
El veterano director polaco regresa tras años dedicado a la pintura con 'EO', un metafórico viaje por la Europa actual y su xenofobia, fascismo y pecados a través del personaje de un burro
Madrid
Al igual que su amigo y compañero Roman Polanski, el polaco Jerzy Skolimowski es un niño superviviente del holocausto y de la Segunda Guerra Munduial. Su padre fue asesinado por los nazis, era miembro de la resistencia polaca. Su historia es tan tremenda como la de tantos y tantos judíos, republicanos o antifascistas y ese horror ha sido fuente de su cine y lo sigue siendo. Su madre siguió adelante fingiendo y a la vez acogiendo a una familia judía. En EO desentraña los males de la sociedad actual y lo hace de la manera más original posible, a través del viaje por Europa de un burro. "Me preocupa que Europa no haya cambiado nada, por eso he hecho esta película", nos dice en una entrevista en la Cadena SER.
Ganadora del Gran Premio del Jurado en el festival de Cannes de este año, EO es el regreso al cine de este veterano e inclasificable autor, uno de los directores favoritos del escritor Enrique Vila Matas, que por cierto le cita en su última novela, Montevideo. Y es que Skolimoski ha recorrido con sus películas los grandes festivales europeos. Con El grito, brillante y moderna adaptación del relato de Robert Graves, ganó el Gran Premio en Cannes. En el festival francés se llevó el premio de Mejor Guion por Trabajo clandestino. En Venecia logró el León de Plata por Essential Killer. El año de las lluvias torrenciales, Cuatro noches con Ana, America, Deep end... son algunos de los títulos que centran la filmografía de este director que ha rodado en su país, en la vieja Europa y en Estados Unidos. Por cierto, que también ha sido actor. Ahí están sus apariciones en Promesas del Este, de Cronenberg, en Mars Attacks! o en The Avengers.
Con EO regresaba precisamente a Europa y al relato del mundo actual, después de un tiempo dedicado a la pintura y a escribir el guion de la próxima película de Polanski. "No voy a comentar nada de esa película", advertía a los periodistas durante la Seminci, donde la película también compitió y donde ganó el premio a mejor dirección. El director está centrado en este proyecto, su regreso triunfal, un chorro de aire fresco al cine de autor que firma un señor de 84 años y que supone la vuelta después de años desaparecido. "He pasado este tiempo fuera, porque aparte de director de cine, también soy pintor. Lo de pintar cuadros y la dirección de películas no son cosas muy compatibles. Me he tomado mi tiempo, una especie de descanso para dedicarme a la pintura, para poder volver ahora con toda la energía renovada y muchas ganas, a hacer películas". Y vaya si ha vuelto.
Su fábula dejó buen sabor de boca en Cannes y ahora ocupa los puestos de las listas de lo mejor del año. El argumento no tiene más misterio que el de un burro que escapa de un circo y va recorriendo distintos lugares. El espectador lo ve todo a través de esos ojos melancólicos y buenos, pues parte de los planos están pensados para introducirnos en el interior de este peludo personaje. Una realidad casi inmersiva, con el gris como color que inunda el relato en el que el asno se encuentra con gente buena y gente mala, como la vida misma. La suerte, la desdicha, la alegría, la tristeza van acompañándolo en este viaje. Una road movie que empieza en Polonia, país del director, y pasa por República Checa, Eslovaquia, Austria e Italia.
Al ver al burro de EO, los españoles pensamos en Platero y yo, la novela poética del premio Nobel Juan Ramón Jimenez que retrataba Moguer a través de las impresiones con aquel animal, la crueldad de la vida y también una época. "Me suena algo el escritor, pero no conozco el libro", respondía sobre si había algún tipo de homenaje. El director reconoce que para la película se inspiró en Al azar Balthassar, otra fábula de Bresson, su maestro, con un asno de protagonista. Hay también referencias al neorrealismo italiano y por supuesto a algunas de sus películas.
Mucho más político y evidente resulta el relato del director polaco, que indaga en el auge del racismo y el fascismo hoy, en un continente donde la extrema derecha no para de ir acumulando poder en más países. La explotación laboral y el maltrato animal en una sociedad a la que no parece importarle la situación del planeta. "He querido hacer una película muy contemporánea. Quería hacer una película que nos concierne a nosotros. Es imposible no hablar de estos temas porque son temas que nos afectan en nuestra vida diaria", explicaba sobre su compromiso con las denuncias que esta fábula realiza a lo largo de sus 80 minutos.
Hay algo de esa inocencia que retrataba Juan Ramón Jiménez, como cara b o manera de estar en un mundo atroz. El blanco y negro se cruzan con el rojo, utilizado en momentos determinados de este viaje y por supuesto la poesía. El rojo es el color del peligro, avisa el director, también lo que nos saca de lo real para devolvernos a lo onírico. Si en la historia de Moguer había una poesía modernista, en Eo hay una poesía visual y sonora que conduce al espectador a través de los ojos de este animal, protagonista absoluto del filme, al que no eclipsa ni la presencia icónica de Isabelle Huppert. Es la única secuencia donde el burro no está presente.
También ha sido político o rompedor en la forma de contar esa crítica de los males de la sociedad de hoy, algo que han tratado en los últimos años otros creadores, pero desde el realismo o el drama. Para Skolimowski era importante romper la narrativa lineal. "Estoy aburrido con una especie de narrativa lineal en el cine. Veo películas contemporáneas de nuestro cine y muchas veces sé lo que va a pasar y lamentablemente tengo la razón. Sé prever exactamente todo y me aburre este tipo de cine", reconoce el director.
Para romper con esta tradición clásica narrativa eligió la figura de un animal, algo que la literatura ha aprovechado mucho más. En el cine hemos visto en los últimos años algunos de esos relatos desde posiciones, géneros y estilos diferentes a EO, como Gunda, de Viktor Kossakovsky, o Vaca, de Andrea Arnold. "He intentado romper con este tipo de narrativa en mi película anterior, que se titula 11 minutos y en esta he avanzado mucho más en este empeño", añade. "Tener de protagonista a un animal ayuda porque, primero, no hay diálogos y ya sabemos que siempre hay problemas en las películas porque o están mal escritos los diálogos o están mal interpretados. He intentado encontrar nuevos terrenos de demostrar cine contemporáneo". En esa manera de contar juega un papel fundamental el sonido, con una banda sonora apuballante y mucho ruido, el rudio del mundo actual. Todo lo contrario que la cinta de Bresson, mucho más minimalista.
Después de trabajar con actores de la talla de Jeremy Irons, Robert Duvall o Vincent Gallo, ahora se lanza con actores animales como Tako, como Hola, Marietta, Ettore, Rocco y Mela. Son los burros sardos de pelo gris. Algo tozudos, como nos reconocía. "Evidentemente es muy diferente rodar una película con animales y con personas. A veces es más difícil trabajar con animales que con actores".
La forma de trabajar era la siguiente: todo por las buenas. "Los burros tienen, digamos, mala fama, de cabezotas y de ser muy tontos. Son cabezotas, sí, pero nada tontos. Al revés, son muy inteligentes. En concreto, con con este burro, con los animales que trabajamos, ha sido todo por las buenas. Nada de violencia, nada de levantar la voz, nada de empujarlos. Casi todo ha sido a base de susurros y caricias", explica que cuando tenían un descanso en el rodaje, él se iba con los burros, en lugar de con el resto del reparto. "Era para intentar crear una especie de cercanía. Realmente lo trataba como a mi propio perro. Entonces era el tiempo de susurrar, de mirar en los ojos, de intentar establecer una especie de sentimiento de coexistencia, no de crear una especie de comunidad de dos seres vivos que están juntos", casi como la propia vida.
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...