Fútbol

La batalla de una futbolista profesional que se quedó embarazada en el mejor club de la historia

La islandesa Sara Björk Gunnarsdóttir desvela la historia de su embarazo y la actitud del OIympique de Lyon

Sara Björk Gunnarsdóttir levanta el trofeo de la Champions League femenina / Catherine Ivill

— Todo el mundo conoce la imagen de mi antiguo club, el Lyon. Ocho Champions League.

— Los mejores jugadores de todos los países... Viví mi sueño. Nunca olvidaré la sensación de ganar la Champions League. Marcar en la final y ganar el título con el Lyon fue uno de los momentos de mayor orgullo en mi carrera.

— Y luego me quedé embarazada.

Así empieza la historia de la futbolista islandesa Sara Björk Gunnarsdóttir, que ha terminado ganando una batalla de la mano de la FIFA y obligando al mejor club de la historia del fútbol femenino a pagar más de 82.094,82 euros en concepto de salarios atrasados que no le fueron transferidos durante su embarazo.

La centrocampista vivía un sueño tras firmar en verano de 2020 por el Lyon. Tras cuatro años en el Wolfsburgo, fichaba por el club francés y levantaba la Copa de Europa anotando un gol, precisamente contra sus excompañeras, en una final atrasada a agosto de ese año por la pandemia del coronavirus. Pero el 2 de marzo de 2021 todo cambió. Sara Björk se quedó embarazada. No había duda, el test marcaba dos rayas azules. La ilusión y alegría por la noticia contrastó con la preocupación que suponía ser madre en un deporte donde todo son trabas. "Al principio, lo único que sentía era felicidad, pero luego la realidad me golpeó", escribe en una publicación en 'The Players Tribune'. Sin embargo, el 'feedback' que recibió por parte de su equipo la tranquilizó.

Tardó en hacer oficial la noticia a sus compañeras y todo su club, aunque sí que se lo había revelado en secreto al médico del equipo y a los fisioterapeutas para así monitorear sus entrenamientos. "En Europa, durante mucho tiempo no ha sido algo normal que una jugadora quede embarazada. Ha habido progreso, pero la cultura sigue siendo la cultura", señala. Los días fueron pasando y su rendimiento cayendo. Fue entonces cuando llegó un duelo contra el PSG y, tras "vomitar tres veces", la primera alerta saltó.

Una semana después se lo contó a todos. "Estábamos sentados en el vestuario, todo el equipo. El director, los miembros del personal, los fisios, todos estaban allí. Y solo dije que me había estado sintiendo mal las últimas semanas porque, 'sí... estoy embarazada'. Fue divertido ver sus reacciones porque algunos de ellos estaban muy sorprendidos", revela la islandesa cómo contó la noticia a todo el club. Se alegraron por ella y el médico decidió que era el momento para Sara Björk de dejar de entrenar.

El viaje que cambió todo

"Me preocupaba lo que podría pasar si lo conseguía. No sabía cómo afectaría eso al bebé. Solo quería llevar a cabo el resto de mi embarazo en mi casa en Islandia, donde pudiera entender a los médicos en mi idioma nativo y estar cerca de mi mamá, mi pareja y mi familia. Así que le preguntamos al director y dijo que sí". Así decidió la futbolista que quería seguir su embarazo cerca de los suyos, pero con una idea clara: "Quería volver a Lyon después de dar a luz. Fui muy claro al respecto. Creí que ser la primera jugadora del Lyon en regresar de un embarazo sería algo que todos podríamos celebrar juntos".

Esta felicidad se fue torciendo y todo cambió. "No tenía ninguna razón para pensar que algo saldría mal. Hasta que no recibí mi primer sueldo", explica Björk. El salario no le llegó, el siguiente tampoco. Y, tras cerciorarse con sus compañeras que no se trataba de un fallo administrativo, avisó al club. El Lyon se disculpó pero avisó que solo le pagarían esos dos meses porque se centrarían en la ley francesa. Aquí es donde empieza la pelea burocrática entre Sara Björk Gunnarsdóttir y el equipo francés.

"Deberían seguir las reglas de la FIFA", avisó la jugadora. Unas reglas nuevas de FIFPRO que, gracias a una charla con sus compañeras antes de estar embarazada, conocía. Sin embargo, la posición ya entre Björk y el club se complicaba. De hecho, su futuro se diluía: "Si Sara va a la FIFA con esto, no tiene ningún futuro en Lyon". En ese momento, todo se vino abajo. "Debería haber sido el momento más feliz de mi vida. Todo lo que quería era disfrutar de mi embarazo y trabajar duro para volver a ayudar al equipo y al club. Pero en cambio me sentí confundida, estresada y traicionada", se sincera en el texto publicado.

Björk seguía entrenando duro pese a su embarazo y el mensaje que recibió era que no tenía futuro en el club. "Una vez que superé las náuseas, me sentí realmente fresco. Odiaba no poder jugar al fútbol, ​​pero aún podía correr y nadar. Trabajaba con un entrenador de fuerza todos los días, que yo mismo pagaba...", dice. Pero mientras esto pasaba, sus dudas crecían, sobre todo después de la batalla a la que se estaba enfrentando con el Lyon. "Cuando le conté al club por primera vez sobre mi embarazo, parecían muy felices por mí y dijeron que harían todo lo posible para apoyarme, y yo lo creía. Pero ahora, no estaba tan seguro".

La deportista no recibía señales por parte del equipo francés... y en medio de la locura, nació Ragnar.

La vuelta a Lyon y el "deber del cuidado"

Tal y como prometió, Sara Björk Gunnarsdóttir regresó a Lyon tras dar a luz. El mensaje con el que se fue es que le ayudarían —incluso el de su entrenadora Sonia Bompastor—, pero cuando llegó a la ciudad francesa le "hicieron sentir que era algo negativo que tuviera un bebé". El primer escollo se lo encontró con la lactancia. "Me decían que no llevara a mi bebé conmigo en los viajes. Dijeron que era porque realmente podía molestar a los jugadores en el autobús o en el avión, si lloraba todo el camino. Negué con la cabeza y les dije que no firmaría nada de eso", explica.

Si no cedían, Björk no podría estar en los partidos fuera de casa. Le dijeron la palabra "probar" con dos viajes para ella, su marido y su bebé, y la jugadora se volvió a negar. Y todo eso, sin haber recibido el salario que le correspondía durante el embarazo, algo en lo que aún trabajaba FIFPRO. Y el mensaje que recibía era: "Me dijeron que yo tenía todo el derecho de hacer lo que tenía que hacer, y ellos tenían todo el derecho de defenderse". Se ceñían a la ley francesa... hasta que llegó la decisión de la demanda. Y este martes se conoció la resolución.

"Se ordenó al club que me pagara los salarios impagos: la cantidad total que pedí y exactamente lo que me debían". El Lyon intentó contestar, pero la FIFA llegó a la conclusión de que tenían que haber tenido en cuenta el "deber de cuidado". "No hubo contacto conmigo durante mi embarazo. Nadie realmente me estaba controlando, haciendo un seguimiento, viendo cómo me estaba yendo mental y físicamente, tanto como empleado, pero también como ser humano. Básicamente, tenían la responsabilidad de cuidarme, y no lo hicieron. Después de que Lyon recibió los motivos, decidió no apelar", asegura Sara Björk.

Desde ese momento, Sara Björk Gunnarsdóttir no jugó más de 121 minutos con el equipo francés, aunque levantó su segunda Champions (sin participar en ella) ganando al Barcelona. Tal y como le avisaron, su futuro en el Lyon había terminado. Ahora, la islandesa juega "muy feliz" en las filas de la Juventus (incluso ha jugado contra sus ex) y Ragnar tiene casi un año. El tribunal del organismo rector del fútbol mundial le dio la razón y su anterior club le tiene que pagar 82.094,82 euros, más un 5% de intereses.

"Tuve derecho a mi salario completo durante mi embarazo y hasta el inicio de mi licencia de maternidad, según las normas obligatorias de la FIFA. Estos son parte de mis derechos, y esto no puede ser discutido, ni siquiera por un club tan grande como el Lyon. La victoria se siente más grande que yo. Es una garantía de seguridad financiera para todas las jugadoras que quieren tener un hijo durante su carrera (...) Quiero asegurarme de que nadie tenga que pasar por lo que yo pasé nunca más. Y quiero que Lyon sepa que esto no está bien, esto no es "solo negocios". Se trata de mis derechos como trabajadora, como mujer y como ser humano. Tengo muchas esperanzas en el fútbol femenino. Hay mucho que celebrar. ¿Las instalaciones? ¿La inversión? ¿El nivel? ¿La afición llenando el estadio? Hemos llegado tan lejos. Eso es innegable. Pero la realidad es, cuando se trata de la cultura en general, hay mucho más trabajo por hacer. Nos merecemos algo mejor", sentencia.

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