Crimen y castigo. Por qué las condenas a menores son distintas de las de adultos

Valladolid

Todo el mundo se echa las manos a la cabeza cuando lee que a un menor le han caído ocho años de internamiento porque ha matado a una persona, pero “no tenemos que olvidar la perspectiva de que son menores y de qué es lo que perseguimos con esta jurisdicción”. Maite Vicente Calvo es, junto a Luis, fiscal de menores de Valladolid. Hace hincapié en este asunto, no se busca el castigo sino la reinserción. Del trabajo con los menores depende el camino que seguirá la sociedad. Al igual que sus problemas son el síntoma de la que estamos construyendo.

El internamiento es la última de las medidas que toma el juez después de examinar el informe de la fiscalía. En España son los jueces los que dirigen la investigación, pero en el caso de menores es la fiscal la que lo hace. Para ello cuenta con un equipo técnico con psicólogas, educadoras y trabajadoras sociales. En este caso son Rosa, Marisa, Teresa, María José y Pilar las que nos cuentan cómo, con pocos recursos, tienen que saber cómo es el entorno de ese niño y proponer la medida más adecuada. Desde la simple amonestación a la libertad vigilada, pasando por medidas educativas para reforzar déficits o las prestaciones en beneficio de la comunidad. Muchos de los casos, siempre que no sean graves, se solucionan con la mediación. “Lo importante es que se reconozca y se asuma la responsabilidad de lo que se ha hecho. Si no, no conseguimos nada”

De 14 a 18 años el menor es imputable. La medida más restrictiva que se le puede imponer es ingresar en un centro de como el Zambrana. Aquí tienen la opción de hablar con educadores sociales, de aprender un oficio en los talleres de agricultura, mecánica, albañilería, y de seguir acudiendo a clases. El director Francisco Javier Fernández nos cuenta que, según el último informe, solo un 8% son reincidentes. Seguramente no sea el caso de Santos, un chico que lleva dos años y aunque es mayor de edad todavía puede continuar en este centro en lugar de cambiar a otro penitenciario. No es la opción que elige la mayoría. Pero él tiene planes: sacarse el carnet, encontrar un trabajo de albañil y casarse con su novia, interna del mismo centro y de la que se enamoró a través de la ventana.