Raffaella Carrà escuchaba El Faro

Raffaella Carrà (Bolonia, 1943-Roma, 2021) se suma a la serie de personajes históricos de El Faro, como Van Gogh, Lina Morgan, Marilyn Monroe o Machado. Rafaella fue una estrella indiscutible de la televisión, un símbolo de las libertades y de los derechos de la comunidad LGBTI. Alberto Maeso, periodista, guionista y director de programas, trabajó con Raffaella durante 30 años en TVE y en la RAI, la televisión pública italiana. Con él, Mara Torres ha repasado la biografía de la artista: «Tuvo una familia desestructurada, su padre les abandonó cuando ella era pequeña. Su madre y su abuela tuvieron mucho que ver en su educación disciplinada». Raffaella Carrà era un animal televisivo, pero antes de dedicarse en cuerpo y alma a este medio, la artista pasó por todos los formatos: «Rechazó un gran contrato en Hollywood porque no le gustaba lo que pasaba después de los rodajes». A pesar de la exigencia, si algo destacan todos los que compartieron trabajo y vida con Raffaella era la preocupación por su gente: «Si me tengo que quedar con una imagen feliz de ella son las partidas de cartas. Ella jugaba para ganar». En cuanto a su vida sentimental, tuvo dos grandes amores, Gianni Boncompagni y Sergio Japino, aunque no se casó con ninguno de los dos: «Ella no creía en el matrimonio por la experiencia que había vivido en casa». La maternidad sí que fue una espina que nunca se pudo quitar: «Era un tema del que hablaba mucho, no decidió intentarlo hasta los 40 años, pero cuando quiso quedarse embarazada, la naturaleza no quiso». Maeso recuerda que «nunca dejó que la prensa pasara más allá del felpudo de su casa». Maeso nos ha contado que la artista italiana había escuchado El Faro en alguna ocasión: «Tenía una facilidad para escucharlo y verlo todo sorprendente» Juan Luis Iborra y Loles León fueron dos de sus mejores amigos en España, trabajaron con ella en ¡Hola Raffaella! de TVE durante cinco años. Iborra fue uno de los guionistas del formato: «Su pelo real era una escarola, muy rizado. Un día llegó a la redacción cuando no había nadie, nos metimos en un despacho y me dijo yo soy así y no se lo puedes decir a nadie». «La primera vez que me invitó a su casa de Santo Stefano quería llevarle un jamón, tuve que esconderlo en una bolsa de raquetas de tenis para subirlo al avión y cuando llegamos nadie sabía cortarlo, tuve que hacerlo yo, finito, como a ella le gustaba», cuenta Loles León. Si existe una noche histórica de estos cuatro amigos fue en el Why not, un local mítico de Madrid: «Le dijimos que allí ponían sus canciones y cuando llegamos no escuchamos ninguna. Entonces, ella se acercó al dj y le dijo »y mis canciones dónde están, recuerdan ambos entre risas.