Presión ante el gran éxodo de Sudán

La violencia del último mes en Sudán entre el Ejército Nacional y los paramilitares ha dejado a la población de la capital en una situación desesperada. “La situación médica en Jartum es crítica”, alerta el Dr Khalid Elsheikh Ahmedana, coordinador médico de MSF en la capital sudanesa. Si ya era débil el sistema sanitario por la falta de financiación, suministros, recursos humanos e información, ahora “falta de todo”, asegura. Naciones Unidas se prepara para un gran éxodo de hasta 800.000 personas. Muchos ya han huido a países vecinos del norte y el sur. “Podemos decir que los hospitales en estas áreas que se encuentran en un entorno algo más seguro, aunque también están en una situación crítica, porque hay muchos pacientes”, cuenta Ahmedana desde Jartum, la que antes era ciudad de referencia para los pacientes que ahora huyen de ella. El 70% de los hospitales están cerrados. “Las víctimas de la violencia colapsan los hospitales y eso tiene un impacto en la atención médica que requieren otro tipo de pacientes que no tienen ningún tipo de acceso a los hospitales. Es imposible ofrecerles una buena atención sanitaria. Es imposible darles medicamentos. Cada vez son más y van aumentando”. En sus visitas diarias a hospitales, Médicos Sin Fronteras ha descubierto graves carencias, entre ellas, que el personal médico está en su mayoría formado por voluntarios o estudiantes. A esto se suma la escasez de agua que afecta a algunas zonas. El doctor teme las consecuencias de esto en términos de salubridad que podrían derivar en una epidemia. “Hay cadáveres en las calles. No se recoge la basura, se está acumulando. Hay muchas moscas, mosquitos. Y también esto es un alto riesgo para la salud ambiental”. No hay que olvidar, dice Khalid Elsheikh Ahmedana, que la malaria y el dengue son enfermedades que han golpeado a Sudán mucho antes de que estallase esta guerra. Estas tres semanas de guerra han acumulado más de 4.000 heridos, según las cifras oficiales. Pero Sudán ya enfrentaba una situación humanitaria muy difícil antes de estallar el conflicto, con un tercio de los habitantes necesitados de ayuda para vivir, como pudo comprobar la presidenta de Médicos Sin Fronteras en España Paula Gil en su última visita al país. La inestabilidad política, los problemas sociales y la crisis económica que arrastraba el país venía de lejos. “En cinco años el poder adquisitivo de la gente había caído a la mitad, con una inflación increíble, con una crisis nutricional también muy grande”, subraya Gil. Otro riego vinculado a esta crisis es el del contagio a otros países de la región. Los vecinos de Sudan, con una situación interna complicada, se están teniendo que enfrentar a una llegada masiva de miles de personas que están escapando de la violencia. “Sudán es uno de los países que más refugiados acogía. Dentro del territorio sudanés ya vivían 1.200.000 refugiados de los países limítrofes. Gente de Etiopía, de Sudán del Sur, de la República Centroafricana... Ahora todos estos refugiados también tienen que irse porque pueden estar en peligro”, explica Gil. Un obstáculo más para esta zona del mundo, una de las más afectadas ya por problemas como el hambre. En Chad, por ejemplo, el Programa Mundial de Alimentos ha alertado sobre una posible catástrofe humanitaria. Y la República Centroafricana y Sudán del Sur, entre otros, arrastran años de conflicto e inestabilidad. En todas esas fronteras “hay un vaivén de gente que intenta buscar un lugar seguro”, insiste la directora, y el reto es que los organismos puedan acceder a las poblaciones para proporcionar alimentos. “Nos preocupa mucho la situación de nuestros compañeros y compañeras sudaneses que están tratando de encontrar lugares más seguros”, dice.