"Si este país fuera de otra manera, Aurora Vargas sería considerada como nuestra Tina Turner"
La cantante cordobesa Lourdes Pastor acaba de publicar La revolución a la vuelta de la esquina, un artefacto musical y político que recorre el quejío de voces que son el motor de nuestra historia. Hablamos con ella sobre su trabajo y la fuerza de un género que reivindica desde la libertad y el mestizaje
Lourdes Pastor: "Si este país fuera de otra manera, Aurora Vargas sería considerada como nuestra Tina Turner"
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Madrid
Lourdes Pastor responde rotunda cuando le preguntan sobre la memoria histórica en el cante. “Por supuesto que hay un relato de lo que ha pasado en este país a través del flamenco. Ahí está El Cabrero o Juan Peña El Lebrijano con su Persecución. Hay canciones que hablan de la represión en el campo, la autoridad despreciable del señorito o del maltrato al pueblo gitano.
El flamenco habla de todo esto, a pesar de lo que se ha denostado al género”. La cantante menciona el disco con el que el cantaor sevillano y el escritor Félix Grande sacudieron el flamenco a mediados de los setenta cantando la historia de los gitanos en España. “Y aunque ya no estemos en una dictadura, hoy seguimos reproduciendo las mismas explotaciones en muchas partes del mundo.
Claro que el flamenco canta a la memoria y al presente”. Lourdes Pastor (Puente Genil, Córdoba, 1981), reivindica el cante como medio para recordar y entender el pasado, y para analizar críticamente el presente. Y hay algo de primigenio y mucho de verdad en su discurso, porque defiende que el cante viene de abajo. Por eso se puede escribir un relato de los momentos más sombríos - y más lúcidos - de nuestra historia a través del quejío.
“El flamenco es mestizaje y es libertad, y es la música del pueblo, como el blues. Eso le ha permitido escapar a las lecturas que muchos interesadamente han querido otorgarle durante años, hasta el punto de querer convertirla en la música del régimen”.
“El flamenco es mestizaje y libertad, como el blues. Es el quejío del pueblo”
Su último trabajo es visita, homenaje y vindicación de un legado tan presente como desconocido para muchos. “El disco empieza precisamente con A galopar, en un llamamiento a la memoria para que no se nos olvide de dónde venimos”. Y la canción elegida no es baladí. Porque La Revolución a la vuelta de la esquina, su tercer trabajo discográfico, es un recorrido antropológico y político por las voces silenciadas y maltratadas que, sin embargo, han sido y son motores de la historia.
Desde la fuerza de ese galope a las llagas de las manos de sus abuelos – figuras centrales implícitas en sus dos versiones de Andaluces de Jaén- hasta el reivindicativo Ahora me quiero yo, hacen de este disco una cartografía llena de fuerza que se extiende hasta la actualidad, a la que interroga. “Y está cargado de memoria feminista. Porque las mujeres somos las educadas para agradar, cuidar y aguantar.
Y ya está bien. Ahora me quiero yo es la frase que quería que escucharan muchas mujeres. Porque hay que hacer una revolución política y personal. Este disco es una provocación y una invitación a la reflexión. Es decir que estamos en una esquina y que la revolución puede ir en dos direcciones. Hacia la libertad y la igualdad o hacia el sentido contrario”.
Porque en su trabajo hay una forma de entender y estar en el mundo. Y el modo artesanal en el que está hecho el disco – con cuatro letras propias, y una producción y ejecución rigurosa y mimada – es en sí un artefacto político. “En una de las letras hablo de las trece rosas, que creo que son símbolo de lo que sufrieron las mujeres en la dictadura y que hoy siguen padeciendo en muchos países del mundo”.
Habla de Las trece rosas. Memoria, canción compuesta mano a mano con su tío y banda sonora de Las cartas perdidas, largometraje dirigido por Amparo Climent sobre las cartas que enviaban al exterior las mujeres que sufrieron la represión desde la cárcel después de la guerra civil. “Quería centrarme en la pregunta de si sigue aquí ese odio y que la libertad baile al ritmo del amor”. Lourdes reivindica en sus letras y en sus propuestas el legado de las mujeres en el mundo del flamenco.
"Yo siempre he dicho que si este país fuera de otra manera, Aurora Vargas sería considerada como nuestra Tina Turner"
“Aunque algunos no las conozcan, hay una lista larga. Ahí está María la Perrata, La Pirañica, la Bernarda y la Fernanda o la Paquera de Jerez. Se me ponen los vellos de punta recordándolas. Y hoy tenemos a muchas. Empezando por Aurora Vargas. Yo siempre he dicho que si este país fuera de otra manera, Aurora Vargas sería considerada como nuestra Tina Turner. Hay que escucharlas y fomentar el flamenco. Muchos se sorprenderían de sus letras, de la fuerza con la que denunciaban y cantaban hace ya años. Yo no creo en las banderas, creo en el carácter universal del cante”.
El disco empieza con la versión de A galopar por bulerías acompañada por parte del Coro Joven de la Comunidad de Madrid, continúa con Trece Rosas. Memoria, Palabras para Julia -tema que escuchó por primera vez de la voz de Rosa León- y avanza hasta el poderoso y vibrante Martinete feminista para terminar con Ahora me quiero yo.
“Porque quererse una es un lugar imprescindible para comenzar la revolución”. Días después de esta entrevista, una de las invitadas al concierto de presentación del disco en el Café Berlín - uno de los templos vivos del flamenco en Madrid - dice sobre el escenario que siente que esa noche tiene algo de histórica. Lourdes sonríe y el público asiente cómplice. Porque en su directo, acompañada por el fulgor del guitarrista Melón Jiménez y la flauta de Lara Wong, Lourdes Pastor consigue hilar a través de su voz una madeja de memoria y resistencia en la que se reconoce partícipe un público que más que aplaudir, abraza.
Como el galope de los versos de Alberti o el brío de su Martinete feminista. Su disco y su discurso es memoria y cante y es alegato vivo en un concierto en el que su voz es camino y encuentro donde todas acaban por reconocerse. Ahí comienza gran parte de la revolución que nos regala y de la que inevitablemente consigue hacernos partícipes
Enrique García
(Sevilla, 1994) Corresponsal en Bruselas, siguiendo y explicando la política comunitaria. Antes, redactor...