Anegar ciudades
Vladímir Putin perfecciona y diversifica las técnicas criminales contra los ciudadanos y las infraestructuras que permiten la vida colectiva
Barcelona
La explosión de una presa hidroeléctrica está anegando tierras y ciudades de Ucrania. Una de dos. O el Kremlin es el culpable directo porque ha destruido la instalación, aunque lo niega. O es el responsable objetivo porque la presa estaba en territorio ucranio ocupado por Moscú. Y ya se sabe que las potencias invasoras o coloniales son las garantes de la seguridad del territorio que controlan.
Parece que el propósito era dificultar la ofensiva militar recién iniciada por las tropas del presidente Volodímir Zelenski.
Sea por activa (insidiosa) o por pasiva (culposa), el desastre está machacando 14 poblaciones y provocando la evacuación de (al menos) 16.000 ciudadanos.
Antes las guerras se libraban entre Ejércitos, uno frente al otro. Desde el siglo XX los más crueles atacan directamente a las poblaciones civiles. Cosa que está prohibido por los códigos de la guerra y los convenios del derecho humanitario. Vladímir Putin perfecciona y diversifica las técnicas criminales contra los ciudadanos y las infraestructuras que permiten la vida colectiva. Lo ha ensayado casi todo: bombardear edificios, derribar hospitales, fusilar sumariamente a gentes con las manos atadas, destruir centrales eléctricas, inutilizar cosechas, amenazar centrales nucleares. Está cursando su particular carrera para equipararse con los peores monstruos de la Humanidad.
Sobre la firma

Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica píldoras de opinión radiofónicas en 'Hora 25'.