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"Chiquitita, te quiero mucho. Muchos besos": la dura historia de cómo Ángeles Caballero se convirtió en la madre de sus padres

Aimar Bretos entrevista a Ángeles Caballero, periodista autora de "Los parques de atracciones también cierran"

Madrid

Ángeles Caballero Martín nació en enero de 1976 en Madrid porque no había hospital en su localidad, Getafe. Estudió Periodismo por vocación y ahí sigue, a pesar del desencanto y el cansancio propio de la edad. Así empieza la solapa descriptiva de la autora de "Los parques de atracciones también cierran", el primer libro de Ángeles Caballero. Para los oyentes de la Cadena SER, Ángeles no necesita presentación. La escuchan en 'Hoy por Hoy' por la mañana, la pueden leer en El País y seguro que la han visto en alguna tertulia de alguna televisión.

En 'Los parques de atracciones también cierran', la periodista getafense se abre en canal para contar la historia de su familia y cómo vivió ella los últimos años de Manolo y la Juli, sus padres. ¿Quiénes eran Manolo y la Juli?, empieza preguntándole Aimar a Ángeles: "Eran y son mis padres. Personas sin ningún tipo de épica, con enormes dosis de esfuerzo, que pertenecen a una generación de españoles en la que tener estudios superiores e incluso tener estudios primarios, no diría que era un privilegio, pero era cosa de pudientes o de afortunados. Pero a mí me han hecho sentirme una privilegiada en los afectos y, sobre todo, he sido una privilegiada porque cuando yo nací, ellos, como diría mi padre, "ya marchaban bien". Entonces me pudieron dar todo tipo de comodidades".

Las entrevistas de Aimar | Ángeles Caballero

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Ángeles confiesa que, como es hija de padres tan mayores, se ha enterado de muchas cosas sobre sus padres en la fase final de sus respectivas vidas. "Hay unos padres que me da profunda pena no haberlos conocido. Y esos padres que no he conocido, los veo y digo: qué pena, ¿no?". Caballero describe a su madre como una mujer maravillosa, un personaje que merece esta novela, la que ha escrito, y muchas mejores novelas que esta, pero era "una mujer severa, profundamente desconfiada y con unos principios tan recios que eran un poco dictatoriales. Entonces, ahí entrabas o estabas proscrito y yo decidí entrar". La autora de "Los parques de atracciones también cierran" recuerda el sonido que hacía su madre con la garganta y que significaba "os jodéis": "era una peineta como con castañuela. Es la primera vez que hago esto en la radio". Aimar y Ángeles se reían con la imitación del sonido.

Llega el momento de hablar de Manolo, el padre de Ángeles Caballero: "mi padre es un hombre que siempre votó a Alianza Popular, al PP, pero jamás detecté en él algo sectario. Se reunía en una tertulia que tenía en el bar, como tantas otras personas en tantos bares de España, pero la tertulia de él era una tertulia Frankenstein, que diría ahora Elías Bendodo. Era una tertulia en la que estaba el cura del pueblo, uno del PCE, mi padre... De esa tertulia había veces que mi padre nos contaba que la cosa se encendía. Mi padre tenía siempre mucha curiosidad por las cosas, siempre preguntaba y se guardaba su opinión".

Hay melones que son siempre difíciles de abrir en cualquier familia. Dice Ángeles Caballero que en su libro "Abro melones, pero es una historia de profundo amor no solo a mis padres, sino a mi familia". Hay mucha gente que se va a ver reflejada en el libro con ese punto concreto de la historia vital de Ángeles en el que se convierte en la madre de sus padres. La periodista getafense ubica ese momento: "un día, en una de las visitas a mis padres, abro la nevera porque tengo sed y me encuentro platos precocinados, cosas que pensé que eran raras, pero en ese momento cogí mi refresco, me senté en el sofá y continué mi visita. Luego cuando me puse a escribir me di cuenta de que ese fue un inicio y una señal muy fuerte, cuando no reconoces la nevera". El tema de los cuidados, sin embargo, empezó mucho antes, cuando su hermana se marchó a EEUU el verano de 1989: "tenía la sensación de que me tenía que quedar con mis padres. Mis padres salían y se iban a cenar y yo cogía y me ponía a quitar la plancha pendiente. Me encantaba meterme en la cama y que al día siguiente mi madre me comiera a besos porque había planchado ocho camisas de mi padre. He sido así, un poquito insoportable".

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"Chiquitita, te quiero mucho. Muchos besos". Esta frase le escribió la Juli a su hija en un post-it que ahora tiene plastificado Ángeles en su casa y que no dudaría en tatuarse si alguna vez se atreviera a hacerse uno: "me pondría la palabra chiquitita, pero con su letra, porque la quiero llevar muy dentro". Ángeles habla en el libro de que hay decisiones que se toman como hija y te estigmatizan, una de ellas es optar por llevar a tu madre finalmente a una residencia: "yo le he dado muchas vueltas a si fue lo mejor y creo que fue lo mejor que pude hacer. Yo también era de esas personas que pensaba que llevar a una madre o un padre era una manera de aparcarlos, de externalizar los cuidados, que otro se ocupara, pero si hay algo que he aprendido de este libro es que las decisiones que toma uno en la vida personal, he llegado a ser extremadamente respetuosa con todos. Yo he podido dejar un trabajo y hacerme autónoma para poder ir todos los días a la residencia y yo sé que hay muchos hijos que quieren ir todos los días y no pueden".

Ángeles Caballero cuenta en su libro dos momentos de intimidad y de comunión absoluta con sus padres y así los recordaba en la entrevista en Hora 25: "la primera vez que le cambié un pañal a mi padre y la vez que el cura de la residencia, Gerardo Dueñas, me dijo que le diera la comunión a mi madre. Mi madre me miró con una cara que ese día daba igual si yo podría entrevistar a reyes, presidentes del gobierno o tal. Cuando mi madre abrió la boca pensé: ya está, ya me puedo retirar del oficio y de todo, porque fue un momento de enorme satisfacción y me lo hizo saber y eso no se olvida". La familia de Ángeles Caballero fue una de esas familias que tuvo que enterrar a sus seres queridos durante la pandemia del Covid. Familiares que habían muerto en soledad sin estar juntos y que tuvieron que ser enterrados en esos procesos casi inhumanos en los que no podías abrazar a las tres personas que tenías que elegir para que fueran contigo al cementerio: "Pedí con todas mis fuerzas poder despedirme de mi madre, pero fue imposible. Yo soy muy respetuosa con las normas y con los protocolos, por supuesto, y dije que lo que se tenga que hacer, se hace. Tuve la oportunidad de enterrarla. Afortunadamente, por la legislación local, me imagino, que tenía que ver con Getafe, me dijeron que podía ir con cinco personas. Sentí el abrazo de mi marido, como conviviente, y aunque no hubiera sido posible sé que él me habría mantenido abrazada todo el rato, pero, claro, darte la vuelta y ver que la gente que quieres y que te ha sostenido todo ese tiempo tiene que mantener una maldita distancia de seguridad. Esa frialdad mi prima la rompió y me dijo: "no puedo". Me abrazó y fue maravilloso". 'Vale' es la última palabra que le dijo la Juli a su hija.

Josema Jiménez

Josema Jiménez

Periodista de Sanlúcar de Barrameda. Trabajo en la Cadena SER desde 2018. Antes en Hoy por Hoy, ahora...

 
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