Cada vez nos despiertan menos despertadores

Madrid

Fernando Ramos, tercera generación de relojeros en un local casi centenario —Relojerías CENI—, lleva cuarenta años en el oficio. En estas cuatro décadas, ha podido ver cómo los despertadores se venden con cada vez menos frecuencia y cómo, pese a lo habitual que era repararlos hace unos años, ahora, quienes todavía los usan, prefieren sustituirlos que arreglarlos.

"Hay falta de piezas de muchos despertadores y menos de sesenta u ochenta euros no cuesta una reparación", cuenta Ramos sobre los pocos relojes de este tipo que todavía llegan a su mesa de trabajo. Explica que suelen ser piezas de coleccionismo o algunas con las que el cliente tiene un vínculo especial. De los más antiguos, Fernando recuerda lo estrepitosos que eran —solo los más adinerados podían comprar uno de áncora fina, más silencioso—, pero reconoce que su mecánica era muy valiosa. "La precisión no tiene que ser la prioridad", dice admitiendo que prefiere las piezas de hace años, donde, si bien se dan desfases de segundos con facilidad, personas como él encuentran mecanismos fascinantes.

Andrés Barrios, pianista y compositor, se ha animado a acompañarnos en el estudio, precisamente, para recrear algunas de las alarmas y sintonías tan características de esta época desapegada de despertadores. Si bien la de Windows era una que ya había trabajado hace años, no ha tenido problema en responder a las peticiones de Javier y Burque, que han ido desde la alarma del IPhone hasta el tono de llamada de Nokia.

Barrios se ha despedido interpretando uno de sus temas, Meraki, que presenta como "una bulería flamenca con aires más modernos". Tras haber pasado por lugares como el Instituto Cervantes de Nueva York o el Auditorio Nacional de Madrid y visitar varios países con su música, recorre ahora España presentando su nuevo tema La colombiana y el disco que publicará en junio, inspirado en los versos de Lorca.