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Puro cine negro

Se cumplen 80 años del estreno de Perdición de Billy Wilder, protagonizada por Fred MacMurray, Barbara Stanwyck y Edward G. Robinson

Fred MacMurray y Barbara Stanwyck en una escena de Perdición

Perdición es una de las cumbres del cine negro. Para algunos incluso la película paradigmática del género, de cuyos rasgos definitorios beberían muchas otras cintas que vinieron después. Por ejemplo, la atmósfera de seducción y fatalidad que impregna toda la historia, la fotografía llena de luces y sombras, con unas oscuridades que no solo existen en la iluminación sino que parecen cernirse sobre los mismos protagonistas. También los pequeños detalles y objetos que definen a éstos. Y por supuesto la presencia de una femme fatale que utiliza el sexo como arma para conseguir sus propósitos. Perdición se basa en una novela corta publicada en 1935 y titulada en España Pacto de sangre, cuyo título en inglés era Double indemnity, Doble indemnización, el mismo título original que tenía la película de Billy Wilder. Su autor fue James M. Cain, escritor de otros relatos llevados al cine como Retorno al pasado o El cartero siempre llama dos veces, novela por cierto con la que Perdición guarda bastantes similitudes.

La película arranca con Fred MacMurray confesándose autor de un asesinato y grabándolo en un dictáfono. A partir de ahí comienza un largo flashback en el que descubrimos cómo el vendedor de seguros conoce a la esposa de un cliente y ésta le va enredando hasta plantear sus verdaderas intenciones. La mujer le acaba finalmente convenciendo y los dos cometen el crimen que creen perfecto, hasta que se topan con la sagacidad del jefe de reclamaciones de la compañía de seguros. James M. Cain se inspiró para escribir su novela en un caso real muy famoso ocurrido en Nueva York en 1927 que él cubrió como periodista. Una mujer y su amante asesinaron al marido de ésta para cobrar su póliza de seguros. Pero la ejecución del crimen fue en realidad tan chapucera que la pareja fue descubierta y condenada a morir en la silla eléctrica. La fotografía de la mujer, Ruth Snyder, en el momento de recibir la descarga mortal es una de las instantáneas más famosas del periodismo americano de los años 20 del siglo pasado.

Billy Wilder colaboraba habitualmente con el escritor Charles Brackett en la elaboración de sus guiones. Sin embargo, esta vez Brackett no quiso participar ya que encontraba la historia demasiado sombría y desagradable. Fue entonces cuando los productores recomendaron a Wilder trabajar con Raymond Chandler, otro escritor de novela negra como Cain, y autor de relatos como El sueño eterno o Adiós, muñeca. Chandler, que atravesaba una mala racha económica, aceptó el trabajo pensando que sería una tarea sencilla. Lo cierto es que Raymond Chandler no sabía nada de escritura de guiones. “No tenía ni idea de cómo escribir un guion, pero decía: conozco bien los movimientos de la cámara. Y escribía cosas como la cámara se cuela por el ojo de la cerradura y olisquea las bragas de la mujer”, rememoraba Billy Wilder.

Barbara Stanwyck y Fred MacMurray en una escena de Perdición, de Billy Wilder.

Barbara Stanwyck y Fred MacMurray en una escena de Perdición, de Billy Wilder.

El trabajo de escritura en común no fue nada fácil debido al fuerte carácter que tenían ambos. A Chandler no le gustaba de Wilder que hablaba muy deprisa, era demasiado nervioso y llevaba puesta una gorra de béisbol mientras trabajaba con lo que, decía, siempre tenía la sensación de que estaba a punto de marcharse. Billy no soportaba del escritor su alcoholismo y de hecho, aquello influyó decisivamente para que exorcizara sus demonios acerca del trato con alcohólicos en su siguiente película, Días sin huella. Pero a pesar de la tensión que hubo entre ambos el guion que escribió la pareja es prácticamente perfecto. Todo en él funciona como un reloj. Tiene ritmo, suspense, sensualidad y dramatismo. Está lleno de frases inolvidables y de diálogos mordaces. El propio James M. Cain se mostró encantado con la película y confesó que algunas de las soluciones y detalles de la trama que idearon los guionistas, le hubiera gustado emplearlas a él en la novela original.

Otro de los grandes aciertos de Perdición es su reparto, con los tres principales actores cambiando su registro habitual. Billy Wilder, ofreció el papel de agente de seguros a Fred MacMurray. MacMurray solía interpretar a tipos simpáticos en comedias ligeras y musicales por lo que no se veía en la piel de ese personaje. “Le dije a Wilder: cielos es magnífico, realmente es un guion maravilloso y será una gran película, pero lo siento, no puedo hacerlo. No doy la imagen para ese papel. Lo que pasaba realmente era que era la primera vez en mi carrera en que me ofrecían un personaje que me exigía actuar de verdad. Por eso siempre estaré agradecido a Billy de que no aceptara un no por respuesta, porque de todas las películas que he hecho en mi vida, la que la mayoría de la gente recuerda es Perdición, por encima de cualquier otra. Así que, Billy, te doy las gracias”, recordaba el actor en un homenaje que el American Film Institute le hizo a Billy Wilder.

Fred MacMurray y Barbara Stanwyck en una escena de Perdición de Billy Wilder.

Fred MacMurray y Barbara Stanwyck en una escena de Perdición de Billy Wilder.

Barbara Stanwyck también tenía dudas si debía interpretar o no a un personaje tan odioso. En su caso Wilder le convenció apelando a su orgullo. “Cuando Billy Wilder me dio el guion de Perdición y lo leí me di cuenta de que nunca había interpretado el papel de asesina y eso me preocupaba un poco. Así que le dije ‘me gusta mucho el guion, pero me da miedo interpretar un personaje así’. Y Wilder me contestó ‘¿tú que eres un ratón o una actriz’’. Pero hay un tercer protagonista en la historia: Edward G. Robinson. El actor estuvo a punto de no aceptar el papel. Sus reticencias no eran tanto por abandonar sus habituales papeles de gángster, algo de lo que estaba encantado, sino porque era consciente de que dejaba de ser protagonista y por primera vez en su trayectoria asumía el rol de secundario. Eso sí, un secundario de lo más jugoso. Al final el actor tuvo que aceptar que estaba en un momento de transición en su carrera y se consoló al saber que cobraría lo mismo que MacMurray y Stanwyck y además trabajando bastante menos.

Un par de curiosidades por si veis la película. En la escena en la que Edward G. Robinson va a casa de MacMurray, Barbara Stanwyck consigue esconderse de él porque la puerta de la vivienda se abre hacia el pasillo y no hacia dentro como se abren siempre las puertas de las casas. Pero es que, si no, no había manera de resolver la escena. Y luego están las escenas del supermercado. Cuando se rodó Perdición el país estaba en guerra y había racionamiento de alimentos. Así que, después de que el primer día los numerosos extras que aparecían en la escena se llevaran a sus casas muchas de las latas y alimentos que se ven en la película, la producción decidió apostar a cuatro policías en el supermercado para vigilar que la gente no cogiera nada.

Edward G. Robinson y Fred MacMurray en una escena de Perdición de Billy Wilder.

Edward G. Robinson y Fred MacMurray en una escena de Perdición de Billy Wilder.

Pocos días antes de acabar el rodaje Billy Wilder recibió una amonestación de la oficina del código Hays que se encargaba de la censura. No había ninguna escena en concreto que resultara intolerable pero todo el conjunto resultaba muy perturbador para la época. Los protagonistas infringían la ley a pesar de no ser delincuentes típicos, mostraban claramente cómo cometer un asesinato y además mantenían una relación adúltera. Así que pidieron a Wilder que filmara un final en el que se dejara muy claro que la pareja recibía un merecido castigo, evitando así la glorificación de sus actos. “Filmé otro final que luego acabé cortando. Era un final en el que se veía como ejecutaban a Fred MacMurray en la cámara de gas. Pero al ver la película montada me di cuenta de que resultaba anticlimático e innecesario. Ya sabíamos que era culpable porque lo confesaba y sabíamos también cómo acababan los personajes”, decía el director.

Perdición llegó a la ceremonia de los Oscar con siete nominaciones, incluidas las de mejor película, mejor director y mejor actriz, y con el aura de gran favorita de la noche. Sin embargo, perdió todos ellos ante su gran competidora, Siguiendo mí camino, de Leo McCarey. Se cuenta que, enfadado por la barrida que estaba sufriendo su película, cuando se anunció el nombre de McCarey como mejor director, Billy Wilder sacó el pie en el pasillo e intentó que el director tropezara en su camino hacia el escenario. No lo consiguió, pero al menos pudo resarcirse al año siguiente. Días sin huella, la siguiente película de Wilder, ganaría cuatro estatuillas, mientras que Las campanas de Santa María de McCarey, secuela de Siguiendo mi camino, solo consiguió uno.

 
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