Maquiavelo, el padre de la ciencia política
Nicolás pensaba que la política es el arte de lo posible y que no tiene nada que ver con preceptos religiosos o morales. Lo refleja perfectamente en su famosa obra El Príncipe

Maquiavelo nació en el pueblo de San Casciano in Val di Pesa, a unos 15 km de Florencia, en el seno de una familia culta y de orígenes nobles venida a menos, en la época que gobernaba Lorenzo de Médicis, apodado El Magnifico, pero en 1494, justo el año en que Maquiavelo logró un puesto de funcionario en la ciudad toscana, la poderosa familia Médici tuvo que marcharse de la ciudad, algo que le vino bien pues desde entonces tuvo un gran protagonismo en las relaciones diplomáticas que establecía Florencia con otras ciudades y reinos.
Conoció al papa Alejandro VI y a su hijo César Borgia, el duque Valentino. Maquiavelo admiraba a César por su habilidad para consolidar y mantener el poder en un contexto político caótico. En El Príncipe, lo presenta como un líder astuto, pragmático y sin escrúpulos, capaz de emplear la fuerza y la diplomacia según fuera necesario. Destaca cómo Borgia eliminó a sus rivales, utilizó la traición estratégicamente y supo crear alianzas para fortalecer su dominio en Italia. Otra influencia pudo ser el rey Fernando de Aragón.
Sin embargo, en 1512, cuando los Médicis recuperaron el poder, fue acusado de conspiración, encarcelado y posteriormente exiliado. Fue el Papa León X quien intercedió́ por él y logró su liberación. El filósofo toscano se trasladó́ a su pequeña propiedad en el pueblo donde nació́ para sobrevivir de la agricultura y la ganadería. Durante su retiro, escribió sus obras más influyentes, incluyendo El Príncipe (de 1513, aunque la primera edición impresa apareció en 1532, cinco años después de su muerte), en la cual analiza la política desde una perspectiva pragmática. También escribió Discursos sobre la primera década de Tito Livio y El arte de la guerra, entre otras.
Para saber que hizo en sus últimos años acudimos a una carta enviada a Francesco Vettori donde confiesa: “Al caer la noche, me vuelvo a casa y entro en mi despacho; y en la puerta me despojo de mi vestido cotidiano, lleno de barro y lodo y me pongo vestiduras reales y curiales; y revestido con la debida decencia entro en las cortes antiguas de los antiguos hombres […] donde no me avergüenzo de hablar con ellos y preguntarles la razón de sus actuaciones […] y durante cuatro horas no siento ningún aburrimiento, olvido toda angustia, no temo a la pobreza, no me desconcierta la muerte, todo mi ser se transfunde en ellos”.
En 1527 Maquiavelo falleció́ en el olvido y en la más absoluta soledad. Nunca dijo que “el fin justifica los medios”, pero sí que “el odio se gana tanto por las buenas obras como por el mal”.