Selecciona tu emisora

Ir a la emisora
PerfilDesconecta
Buscar noticias o podcast

El azote de Hollywood

Sus artículos y sus programas de radio influían en el éxito o en el fracaso de una película o conseguían que una estrella ganara o perdiera el Oscar

Hedda

Hedda

En los años del glamur de Hollywood ninguna peluquería o salón de belleza americano estaba completo sin revistas como Silver Screen, Modern Screen, Movin’ Pictures o las columnas de cotilleos cinematográficos de los periódicos. La gente devoraba con un apetito insaciable cualquier noticia relacionada con las estrellas de cine, sobre todo si éstas llevaban un titular atrevido o directamente escandaloso. Y no solo estaba la prensa. También los programas de radio proporcionaban al público un balcón para asomarse a la idílica vida de los actores y actrices. De los cientos de periodistas y gacetilleros que por entonces cubrían la información hollywoodiense había dos columnistas cuyo nombre resonaba muy por encima del resto y que llegaron a ser tan famosas como las propias estrellas sobre las que escribían. Una era Louella Parsons, que trabajaba para los diarios propiedad del magnate de la prensa William Randolph Hearst. Su ascensión comenzó cuando fue testigo casual del disparo que acabó con la vida del director Thomas H. Ince en el barco de Hearst. Su silencio selló su futuro.

Hedda Hopper en cambio comenzó como actriz. Durante las décadas de los diez, los veinte y los treinta del siglo pasado participó en más de 120 películas, siempre con papeles pequeños en los que solía interpretar a damas de la alta sociedad. A mediados de los años 30 sin embargo, su carrera, que en realidad nunca había llegado a despegar del todo, estaba prácticamente acabada. Hedda decidió reinventarse. La actriz era famosa entre sus compañeros por su lengua mordaz y por los cotilleos que siempre contaba sobre las grandes estrellas así que, en 1938, le ofrecieron hacerlo profesionalmente escribiendo una columna diaria en el periódico Los Ángeles Times. La columna tuvo un gran éxito y al año siguiente Hedda Hopper inauguraba también su propio programa radiofónico. Ni que decir tiene que Louella Parsons y Hedda Hopper se odiaban salvajemente y sus duelos por conseguir una exclusiva se convertían por sí mismos en noticia.

Hedda Hopper era famosa por su colección de sombreros, sombreros que tenían siempre diseños aparatosos y poco convencionales. A la reina del cotilleo le gustaba ser el centro de atención allá donde iba. No en vano era una mujer muy poderosa. Podía lanzar la carrera de un actor o una actriz, pero también podía destruirla. Hedda Hopper era capaz de influir en el éxito o el fracaso de una película o conseguir que determinada estrella ganara o perdiera el Oscar. De esta forma creó entre la gente del cine un auténtico reino de terror. Y Hedda se enorgullecía de ese pánico que todos le tenían. La propia columnista se refería a su lujosa mansión en Beverly Hills como “La casa que edificó el miedo”.

Hedda Hopper tenía una auténtica red de informadores. Decenas de ojos vigilaban para ella las puertas de los estudios, los platós, los restaurantes. Tenía chivatos en las farmacias, en los bufetes de abogados o en las peluquerías de Los Ángeles. Y no dudaba en chantajear a las estrellas para exigir a cambio una exclusiva publicable. La mayoría de las estrellas trataban por todos los medios de llevarse bien con ella, aunque algunas se rebelaban. Se cuenta que Joseph Cotten, muy enfadado porque Hedda había desvelado su aventura con la actriz Deanna Durbin, le retiró la silla en un restaurante y la columnista cayó aparatosamente al suelo. Luego le gritó: “¡Si vuelves a escribir sobre mí te daré una patada en el culo!”

Una amenaza que, al parecer, cumplió realmente Spencer Tracy cuando ésta, con sus insinuaciones, estuvo a punto de revelar el secreto de su relación con Katharine Hepburn, secreto que todo el mundo en Hollywood respetaba. Y es que Tracy y Hepburn eran otras de las bestias negras de Hedda. Como también lo era la actriz Joan Bennett. El día de San Valentín, como si fuera un presente amoroso, Joan le envió por correo una mofeta metida en una caja con una nota que decía: “Según dices, yo apesto. Seguro que tú ahora también”.

También fue blanco de sus comentarios Cary Grant por la supuesta relación que mantenía con Randolph Scott, con quien compartía casa en Malibú. La homosexualidad, el adulterio, el abuso de alcohol y drogas o las ideas políticas eran los temas favoritos de Hedda para cargar su pluma. Hedda Hopper era una mujer muy reaccionaria. Tuvo su propia lista de sospechosos comunistas antes incluso de que el senador McCarthy comenzara su famosa Caza de Brujas. Una de sus víctimas favoritas en este sentido era Charles Chaplin. Raramente pasaba una semana sin que Chaplin recibiera un golpe bajo desde su columna. Su mayor triunfo fue convencer a una adolescente embarazada para que le acusara de ser padre de su bebé. El actor fue llevado a juicio y el fiscal no hizo otra cosa que repetir las palabras que Hedda lanzaba desde su periódico. Las pruebas de paternidad probaron que Chaplin no era el padre, pero Hedda Hopper nunca se retractó o pidió disculpas. Su visceral anticomunismo le llevó también a desempeñan un papel muy activo durante la Caza de brujas presionando a los estudios para que aplicaran las llamadas listas negras, como veíamos en la película Trumbo. Con el tiempo la sociedad se fue haciendo cada vez más liberal y ya no escandalizaba tanto lo que hicieran las estrellas en su vida privada. Su columna y sus programas de radio perdieron influencia, pero Hedda Hopper supo reinventarse y se pasó a la televisión, presentando su propio espectáculo en la cadena NBC donde todas las semanas recibía a famosas estrellas del cine.

En los últimos años hemos visto a Judy Davis interpretando a Hedda Hopper en la serie de televisión Feud. Tilda Swinton lo hacía en la película de los hermanos Coen Ave Cesar, aunque sin utilizar su nombre, y Helen Mirren le dio vida en la película Trumbo. La propia Hedda Hopper se interpretó a sí misma en algunas películas, como El crepúsculo de los dioses de Billy Wilder o en la comedia de Jerry Lewis Jerry Calamidad. Lo último que hizo en su vida fue un cameo para la película El Oscar protagonizada por Stephen Boyd. El Oscar se estrenó un mes después de su muerte. Hedda Hopper falleció de una neumonía el 1 de febrero de 1966, a los 80 años.

 

Directo

  • Cadena SER

  •  
Últimos programas

Estas escuchando

Hora 14
Crónica 24/7

1x24: Ser o no Ser

23/08/2024 - 01:38:13

Ir al podcast

Noticias en 3′

  •  
Noticias en 3′
Últimos programas

Otros episodios

Cualquier tiempo pasado fue anterior

Tu audio se ha acabado.
Te redirigiremos al directo.

5 "

Compartir