
Cannes se encomienda a la cultura pop con 'Partir un jour', un musical para los millennials
Cannes
Reconocía Thierry Frémaux, el director del Festival de Cannes, que cada vez cuesta más encontrar películas para la inauguración del certamen. El motivo es que deben cumplir una norma esencial: estrenarse en cines el mismo día en que se inaugura Cannes. De todas las opciones disponibles el festival ha seleccionado Partir un jour, una película pequeña, dirán algunos, pero que supone una declaración de intenciones por parte del comité de selección y que indica que en esta edición número 78 algo está cambiando.
Por ejemplo, que es la primera vez en la historia que una ópera prima abre Cannes. Pero además, hablamos de una ópera prima dirigida por una mujer, Amélie Bonnin, algo que tampoco suele ser habitual. Y encima se trata de un musical, género que no abunda en los festivales. Quizá la idea era convertir al Gran Teatro Lumière en un karaoke donde sonara la música pop francesa de las últimas décadas. Canciones como Alors on dance, de Stromae, o Pour que tu m'aimes encore, de Céline Dion. Una oda a la cultura pop francesa pasada por el tamiz del cine indie. Eso es Partir un jour, además de un musical triste sobre la vida y el amor de los millennials.
En 2021, Amélie Bonnin, por entonces documentalista, diseñadora gráfica y fundadora de una revista feminista, estrenó un cortometraje musical titulado también Partir un jour, donde contaba la vuelta al hogar de un escritor de éxito y de izquierdas. Algo así como un Édouard Louis heterosexual que, al regresar a su pueblo de provincias, se reencontraba con su amor de juventud y con la clase social en la que había nacido. El corto, protagonizado por Bastien Bouillon, ganador del César por su papel en La noche del 12, y la cantante Juliette Armanet, a la que vimos y escuchamos en la ceremonia de los Juegos Olímpicos de París, ganó el César y su directora empezó a trabajar en un largometraje con esa misma historia, pero algunos cambios. Aquí la protagonista es ella, Armanet, que interpreta a una cocinera de éxito, que tras participar en el reality de cocina Top Chef está a punto de abrir un restaurante con estrellas Michelín junto a su nueva pareja. Una llamada de teléfono, advirtiéndole de un infarto que ha sufrido su padre, le hace volver a su pueblo natal, en el este de Francia, y reencontrarse con viejos amigos, su primer amor y sus padres.
De la misma manera que On connaît la chanson, de Alain Resnais, fue una manera de contar a través de la canción francesa, varias historias de amor y desamor en la generación de los noventa, Partir un jour cuenta la crisis vital, laboral y sentimental de otra generación, con canciones de los 2000, aunque suene también Dalida con su Paroles, Paroles. Las canciones fueron grabadas en vivo en el set, con nuevos arreglos y orquestaciones, variando los estilos. Por ejemplo, la que da nombre al filme, canción de 2Be3, una boyband marca blanca de los Backstreet Boys, se transforma en una balada. Pero además, hay escenas originales, como un baile en plena pista de patinaje, donde los protagonistas tuvieron su primera y su última cita, a ritmo de Femme like U de K-Maro.
En definitiva, la música se mezcla con los diálogos de los personajes mostrando el desarraigo de aquellos que abandonaron sus ciudades y pueblos para ir a las capitales a probar suerte, aquellos que trabajaron duro para tener un trabajo mejor que el de sus padres, sacrificados toda la vida sin permitirse un solo momento de descanso y de ocio. Al final, no hay tanta diferencia entre la clase obrera francesa y la española.
Tierna, divertida y con una mirada de clase y de género, la película habla también de esos hombres que fueron educados para alejarse de los sentimientos, que son incapaces de hablar o de mostrar aquello que sienten y padecen. Temas como la maternidad, la familia, el trabajo como único modo de vida y de generar lo identitario, la dicotomía entre el pueblo y la ciudad, van desgranándose en esta historia íntima que tiene más capas de las que a priori parece. Por ejemplo, la película habla del gusto como un signo de clase, en el sentido en que el sociólogo Pierre Bourdieu dejó dicho que los gustos no son tan voluntarios ni personales como creemos, y que el entorno social, la clase, tiene mucho que ver al respecto. Es decir, la diferencia de clase está también en si elegimos un bacalao al pil pil o un bacalao con salsa miso y esferificación de algas. Cada clase social tiene un habitus, dijo Bourdieu, una forma de pensar, un estilo de vida, unos gustos culturales, y cambiar de clase, implica, muchas veces, adaptarse a esos nuevos gusto, como le ocurre al personaje de Juliette Armanet, convertida en una chef de gustos exquisitos en la cocina. Es una transfuga de clase que no acaba de sentirse a gusto. Cambiemos gastronomía por cine, por música y tendremos el mismo efecto. Por tanto, la elección de Partir un jour es también una elección de clase, pues una película con música mainstream puede y debe inaugurar también un festival de Clase A.
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