
Cannes 2025 | 'Sound of falling', una ambiciosa y recargada mirada fantasmal al trauma de las mujeres
Cannes
A la misma hora que Robert De Niro hablaba con los periodistas en un encuentro multitudinario, tenía lugar la premiere de 'Sound of falling', la película que más expectación ha generado antes del festival. Desde la Berlinale se habla de este filme, segunda película directora alemana Mascha Schilinski, que el Festival de Cannes seleccionó al instante, acción que puso a los distribuidores de todo el mundo tras la compra del título. La película lo merece. 'Sound of Falling' es la historia de cuatro jóvenes que viven en una granja al norte de Alemania en distintas épocas históricas, pero que comparten los mismos problemas, traumas, desafíos y sentimientos.
La película tiene decisiones interesantes, pero la forma acaba sepultando lo que quiere contar. Con una puesta en escena apabullante y con la cámara asomándose por visillos, puertas entreabiertas, agujeros o ventanas, descubrimos las vidas de estas jóvenes y sus relaciones familiares.
La directora cambia el punto de vista, el narrador, y mueve la cámara por el río y por los interiores de una casa que aprisiona a sus habitantes, sobre todo a las mujeres. Las relaciones madre e hija, algo que ya estaba en su ópera prima 'Dark Blue Girl', la muerte y los traumas van apareciendo en las cuatro historias que parecen estar conectadas.
El tiempo se dilata a través de un guion sensorial y poético que al inicio es muy críptico con lo que está contando, pero el espectador siempre siente el peligro. El sonido del viento, de la naturaleza o de no sabemos muy bien qué aparece en momentos de tensión y atosiga la estabilidad de sus protagonistas, da igual la época en la que vivan. Las atosiga casi tanto como la mirada masculina, que sigue fijándose en ellas cuando no debe. Las historias se van entremezclando en transiciones bien fijadas y abarcan casi un siglo.
La más antigua cuenta la relación con la muerte de una familia de agricultores en los albores de la Primera Guerra Mundial. Los niños van muriendo en esa comunidad que celebra la muerte a su manera, con un ritual para los difuntos y con las fotografías post mortem, lúgubres con los cuerpos de los fallecidos vestidos con sus mejores trajes y recostados en los sofás. La más joven de las hijas, Alma, teme estar muerta. La idea del fantasma o del espíritu emerge en varios momentos del filme, a través de un cuidado trabajo de sonido, del viento, que casi traspasa la gran pantalla y toca al espectador.
Otra de las historias ocurre décadas después, Erika es una adolescente obsesionada con su tío, que tiene una pierna amputada, que es el hermano de Alma. Más tarde, nos vamos a los ochenta, donde Angelica, sobrina de Erika, es una joven que sufre el acoso de su tío y de su primo. La última de las historias es la única que rompe el vínculo familiar. Una nueva familia ha comprado la granja y anda remodelándola. Tienen dos hijas a las que el dolor y el trauma de lo vivido en ese hogar acaba afectando.
Sound of falling juega con el espectador hasta el final, puesto que no sabemos quién está mirando. Tampoco lo saben sus protagonistas que a veces miran a cámara, otras se obsesionan con las fotografías. Con todo eso habla de cómo se hereda el miedo a la muerte, el vacío de la vida o las huellas de la violencia que las mujeres han sufrido a lo largo de la historia. Determinadas escenas se repiten, como si las mujeres heredaran sus problemas, sus deseos y sus temores. Por ejemplo, los planos de los ombligos, la atracción del río que rodea la casa, el Elba, que marca la frontera entre las dos Alemanias.
La belleza de la fotografía es apabullante, la luz del exterior cuando los niños juegan contrasta con los claroscuros del interior. El problema de esta potente propuesta es que la forma, que te atrapa desde el principio, acaba desactivando o quitando sentido a ese vínculo femenino que la directora quiere explorar. Demasiados juegos y demasiadas decisiones arbitrarias, como ir cambiando de narradora, para una historia que empieza muy misteriosa y acaba rozando el subrayado de una película que habla de los recuerdos, de la memoria y de cómo lidiar con el peso que ofrece. Es como si la memoria se hiciera cuerpo o espíritu y traspasara a todas estas mujeres, que han visto y oído cosas similares y que lidian con la pena bajo una sonrisa impuesta.

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