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El día en el que Enrique Morente le cambió a Camarón un equipo de música imponente por un walkman

El gaditano ni pestañeó ante la propuesta de su amigo

El día en el que Enrique Morente le cambió a Camarón un equipo de música imponente por un walkman

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Con tan solo 16 años, Aurora Carbonell conoció en un tablao flamenco al que se convertiría en el amor de su vida y compañero de viaje, Enrique Morente. La madrileña creció entre sonidos de guitarra y el talento corre por sus venas. Hija del guitarrista Pepe Carbonell, 'Montoyita' y hermana de otro guitarrista Antonio Carbonell, que en 1996 representó a España en Eurovisión, y Victoria, 'la Globo', ella hubiese preferido dedicarse a la pintura, siendo una apasionada del arte en general.

Fue precisamente entre bailes y cantes donde la pareja se vio por primera vez, en el Café de Chinitas, y empezaron una relación a escondidas. Ella era gitana y él payo, por lo que tuvo que hacerse un hueco en la saga de los Carbonell. Una noche Morente llegó al tablao y le pidió que se escaparan juntos a Granada, donde la primera noche durmieron en un banco frente a la Alhambra. Y ya nunca más se fueron de allí. "Esa noche cambia mi vida. Me veo con una persona a la que adoraba, el hombre de mi vida, una persona que, hoy por hoy, no encuentro", decía en los micrófonos de El Faro.

Pero más allá de una pareja sentimental, Aurora y Enrique eran amigos y compañeros artísticos. Juntos vivían el arte a través de la inspiración de lo cotidiano, de los mercados, de los museos y de la arquitectura. "Se fiaba mucho de mí. Siempre que hacía un disco lo tenía que escuchar yo primero. Hemos sido una pareja que siempre hemos estado muy unidos, no solamente en lo familiar, también en el arte. Siempre que íbamos a alguna ciudad, lo primero que hacíamos los dos era recorrer los mercados de abastos, los museos y la iglesia. Nos lo pasábamos bomba los dos".

Morente se convirtió en todo un referente del flamenco y llegó a gestar grandes amistades con otros artistas como el actor Juan Diego o Camarón de la Isla. Carbonell ha recordado una anécdota surrealista entre los dos amigos. Su marido había ganado un premio al Mejor Álbum Flamenco y había recibido un millón y medio de pesetas. El cantante no hizo otra cosa que comprarse un equipo de música que ocupaba toda la pared del salón. "En vez de dar una entrada a un piso...", decía su viuda.

Camarón fue a la casa de los Morente a comer un día y se quedó impresionado con los altavoces de su amigo. Y este no pudo más que preguntarle si quería cambiárselo por su walkman. Sin dudar, Enrique Morente le dijo que sí y juntos bajaron los cuatro pisos el equipo. "Se arrastraban por la pared porque si bajaban de frente se caían de boca", cuenta, entre risas, antes de confesar que siempre se lo ha pasado muy bien con su marido.

 

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