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El adorable gruñón

Se cumplen 25 años de la muerte de Walter Matthau, el eterno compañero de Jack Lemmon

Decía Jack Lemmon que la cara de Walter Matthau era como un mapamundi que contenía todas y cada una de las emociones. Alto, desgarbado, cínico y burlón. Sus compañeros nunca estaban seguros de si bromeaba o decía las cosas en serio. Lemmon explicaba también que el mayor problema a la hora de rodar con él era que no podías parar de reír. “Toda nuestra relación ha sido así. Está loco. Es un tipo de la luna, no de la Tierra, pero es un tipo extraordinario. Y hemos pasado muy buenos momentos juntos. Y trabajar con él es muy fácil. Yo creo que es porque los dos compartimos el mismo sentido de la vida. Yo sé lo que él está pensando antes de que diga nada”, explicaba el actor.

Walter Matthau nació en Nueva York en 1920. Era hijo de emigrantes ucranianos. Su primer contacto con el mundo de la actuación le llegó cuando era un adolescente. “Un amigo me consiguió un trabajo vendiendo refrescos de cereza en el teatro hebreo de la Segunda Avenida. Me pagaban 2 dólares a la semana, pero me permitían hacer pequeños papeles en el escenario de figurante, sin hablar o diciendo una o dos palabras. En una de las obras dije una frase completa”, recordaba Matthau. Fue a la Universidad de Columbia a estudiar periodismo y allí se apuntó al grupo de teatro. Aquello marcó definitivamente su vocación. Dejó el periodismo y empezó a estudiar arte dramático en una escuela donde coincidió en la misma clase con Tony Curtis. Un tiempo después, en 1948, debutó en el teatro neoyorquino. “Hice 18 obras en Broadway. Casi todas fueron un fracaso, lo cual fue bueno para mí porque así podía pasar a la siguiente obra y aprender haciendo diferentes personajes. Cuando uno actúa en una obra de éxito y se queda ahí tres años, no aprende nada”, apuntaba.

Walter Matthau aprendió deprisa y enseguida se convirtió en uno de los actores más solicitados de Broadway. El cine, en cambio, era algo que ni siquiera se planteaba. “Nunca pensé en hacer películas porque para salir en ellas había que ser apuesto. O así me lo parecía entonces”, decía. Por eso Walter Matthau tenía ya 35 años cuando por fin se atrevió a dar el salto a la gran pantalla. La oportunidad se la dio Burt Lancaster con un western que él mismo dirigió y protagonizó en 1955: El hombre de Kentucky. Hacía de un personaje desagradable y rastrero que, unido a su aspecto tan particular, contribuyó a que en sus primeras películas le encasillaran en papeles de villano. Era, por ejemplo, el gángster dueño del local donde cantaba Elvis Presley en King Creole, El barrio contra mí o perseguía a Audrey Hepburn en Charada, de Stanley Donen.

Al principio, Walter Matthau alternaba el cine con la televisión y, sobre todo, con el teatro. “Hollywood es peculiar. Yo terminaba de hacer una película y con el dinero que ganaba regresaba a Nueva York a pagar mis deudas. Pagaba al casero, al tendero… Para mí era un lugar donde poder ganar dinero y poder actuar luego de verdad en el Teatro”, explicaba. Su carrera en la gran pantalla no despegaría del todo hasta que en 1966 apareció Billy Wilder y le ofreció el papel de un picapleitos tramposo, empeñado en que una compañía de seguros indemnizara a su cuñado, que interpretaba Jack Lemmon. La película era En bandeja de plata. Fue la primera vez que Matthau y Lemmon trabajaron juntos. “Desde el primer día nos hicimos inseparables. Recuerdo que la primera escena que rodamos juntos. Yo estaba tumbado en la cama del hospital y Billy estuvo hablando, yendo de un lado para otro durante más de diez minutos, explicándole a Walter cómo era aquella escena; qué esperaba de él y cómo tenía que hacerla. Y Billy se lo explicaba todo con su marcado acento alemán. Y cuando Billy Wilder terminó de explicarle todo aquello, le preguntó: ¿Lo has entendido, Walter? Y Walter se volvió y le respondió: hablas de una manera muy divertida. ¿Eres de fuera de la ciudad? Yo casi me caigo de la cama de risa", recordaba Lemmon.

Por En bandeja de plata Walter Matthau ganó el Oscar al mejor actor de reparto. Y dada la excelente química de la pareja protagonista, Wilder volvería a unirlos otra vez en dos películas más: Primera plana, en la que llevaban sus discusiones al mundo del periodismo, y Aquí un amigo en la que Matthau interpretaba a un asesino a sueldo al que el suicida Jack Lemmon chafaba todos sus planes. “Es un genio y los dos casan a la perfección. Así que da igual lo que uno escriba. Puedes hacerles leer una página de la guía telefónica y serán absolutamente graciosos”, afirmaba Billy Wilder.

El dúo tuvo también una larga vida al margen de sus películas con Wilder. Walter Matthau y Jack Lemmon trabajaron juntos en 12 largometrajes y formaron una pareja clásica en la comedia americana. Su éxito se debía sobre todo a que los personajes que interpretaban les iban como anillo al dedo. Lemmon era el prudente, el pesimista y Matthau el liante, el tramposo, aquel que metía a su amigo en todo tipo de berenjenales. Y poco a poco sus diálogos y discusiones se fueron convirtiendo en legendarios. Otra de sus películas más populares fue La extraña pareja, dirigida por Gene Saks. La carrera de Walter Matthau brillaba también sin la compañía de su amigo Jack Lemmon. En ¡Hello, Dolly! se las tuvo tiesas con Barbra Streisand; en Flor de cactus intentaba liar a Ingrid Bergman y en La pareja chiflada George Burns y él eran dos viejos cómicos de vodevil que se odiaban desde hacía años y que tenían que reunirse de nuevo para grabar un especial televisivo.

Walter Matthau tenía fama de pesetero y de tacaño. Su adicción al juego le llevó a perder auténticas fortunas en casinos e hipódromos. Para recuperarse y pagar deudas, tenía que trabajar mucho. De ahí que su filmografía sea extensa y que haya de todo: películas buenas, malas y mucho cine alimenticio. En los últimos años de su carrera, la pareja Lemmon Matthau volvió a reunirse. El público quería volver a verlos interpretando sus viejos roles. Y juntos rodaron títulos como Dos viejos gruñones, Discordias a la carta o La extraña pareja otra vez. En la vida real, Lemmon y Matthau se llevaban estupendamente. Eran vecinos y a menudo pasaban juntos fines de semana y vacaciones. Contaba Lemmon que, en los últimos años, hablaban mucho de la muerte. La salud de Walter Matthau siempre fue delicada. Ya cuando rodó En bandeja de plata, había sufrido un infarto. En 1976 fue operado de corazón. En 1995 le extirparon un tumor en el colon y fue varias veces hospitalizado por neumonía. Hasta que un día el cascarrabias y gruñón de Walter le gastó una última broma pesada a su compañero Jack. Murió el 1 de julio de 2000 de un ataque al corazón, poniendo fin así a su viaje en común. Jack Lemmon no tardaría mucho en seguirle. Un año después, el 27 de junio de 2001, fallecía de un cáncer de vejiga. Los dos están enterrados muy cerca en el cementerio de Westwood, en Los Ángeles, donde descansa también Billy Wilder, el hombre que les unió como pareja.

Antonio Martínez

Antonio Martínez

Lleva más de 30 años en la SER hablando de cine y de música. Primero en 'El cine de Lo que yo te diga',...

 

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