Si Sánchez no da un paso al frente, lo que queda de legislatura será una auténtica agonía

Madrid

Ha pasado su primera noche en la cárcel Santos Cerdán, el que fuera secretario de Organización del PSOE, mano derecha y escudero fiel de Pedro Sánchez, el que se encargó de algunas negociaciones para la investidura del presidente del Gobierno, primero, y para sacar adelante algunas iniciativas gubernamentales, después, el que se reunió con Ábalos para que se apartara del partido y el único que se vio en Ferraz con la polémica Leire Díez.

Esto y algunas cosas más era para el Partido Socialista Santos Cerdán, por el que no pocos pusieron la mano en el fuego y ahora las tienen calcinadas. Porque ahora sabemos, según dice el juez, que además de todos estos papeles jugaba también el de líder de una trama corrupta cuyo alcance todavía es complicado vaticinar.

Ayer, en cuanto se supo su ingreso en prisión, desde el Gobierno se intentó poner la máxima distancia con él, pero esto no es fácil porque hasta antes de ayer Cerdán lo había sido todo para ese partido que ahora le niega. Fue curioso escuchar a la vicepresidenta María Jesús Montero no pronunciar ni siquiera su nombre, "una persona que no tiene nada que ver con el Partido Socialista", dijo.

La estrategia de la distancia es del todo insuficiente porque sí, la Justicia tiene que hacer su trabajo y este es un recorrido imprescindible, como también lo es el de la asunción de responsabilidades políticas y este mira directamente a Pedro Sánchez, a quien la estrategia de Cerdán de atribuir la causa contra él a una cacería política hace un flaco favor. Porque lo suyo no va de un proceso judicial dudoso, falto de pruebas o encabezado por un juez obsesionado. Lo suyo va de corrupción de la de toda vida.

Así han sido las primeras horas de Santos Cerdán en la cárcel de Soto del Real

Por eso es indispensable que el Gobierno no tenga la tentación de dar por cerrado el caso con el encausamiento del denominado triángulo tóxico, porque cada nuevo avance en la investigación le va a tener en un sinvivir. Nadie le discute a Pedro Sánchez la contundencia con los corruptos, pero de nada sirve si no va acompañada de las explicaciones y de la rendición de cuentas pertinente.

Que Cerdán llegara donde llegó y que desde allí hiciera lo que hizo solo fue posible porque Pedro Sánchez le aupó a un puesto de su máxima confianza, confianza que mantuvo hasta cinco minutos antes de que se hiciera público el informe de la UCO. Y la petición de perdón es del todo insuficiente. Si Pedro Sánchez no da un paso al frente, lo que queda de legislatura, sea mucho o sea poco, será una auténtica agonía.