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Un estudio relaciona los incendios de Canadá con 70.000 muertes en Norteamérica y Europa

Un trabajo internacional cuantifica el impacto de los incendios en la mortalidad a miles de kilómetros de distancia. Investigadores del Instituto de Salud Carlos III han relacionado la contaminación de los fuegos con enfermedades cardiovasculares, respiratorias, partos prematuros y peso bajo en recién nacidos

Vista del humo que desprenden los incendios de Canadá desde el monte Cepudo de Vigo. / Sxenick (EFE)

Vista del humo que desprenden los incendios de Canadá desde el monte Cepudo de Vigo.

Madrid

Canadá está viviendo el segundo peor verano de incendios en su historia, con más de 8 millones de hectáreas quemadas, de momento, y cientos de fuegos todavía activos. El más virulento fue el 2023, cuando ardió allí una superficie de más de 18 millones de hectáreas: más que Castilla y León y Andalucía juntas.

La contaminación provocada por esos fuegos, en concreto en forma de partículas en suspensión, ha llegado mucho más allá de las fronteras de Canadá, viajando por la atmósfera hasta otros puntos del continente americano e incluso hasta el otro lado del Atlántico, y provocando, según el estudio que publica Nature, alrededor de 70.000 muertes por la exposición a esos tóxicos.

Partículas que llegan a la sangre y al cerebro

Los incendios forestales, además de las emisiones de carbono, expulsan una gran cantidad de partículas materiales finas, en concreto, PM2.5. "Son partículas que pueden llegar al torrente sanguíneo. Y una vez ahí, a cualquier parte de tu cuerpo, hasta el cerebro. Cuanto más pequeñas son, mayor es su impacto en la salud", explica Julio Díaz Jiménez, codirector de la Unidad de Referencia en Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano del Instituto de Salud Carlos III.

Investigadores de las universidades de Tsinghua (China), Stanford (EEUU) y British Columbia (Canadá), entre otras, han cuantificado las PM2.5 emitidas por los fuegos de 2023 en Canadá, han seguido su expansión por la atmósfera a otros países y continentes y han determinado que son las responsables de 70.000 muertes en América del Norte y Europa.

"El estudio pone el foco en algo que antes no existía. Parecía que el incendio forestal sólo tenía incidencia en las personas que estaban en contacto con el fuego o las muy próximas a él. Y ahora se está viendo que no", apunta el profesor Díaz Jiménez, que cree que las cifras de mortalidad, esas más de 70.000 muertes, podrían quedarse cortas.

"El fuego no sólo aumenta la concentración de partículas en el aire, además, esas partículas por su composición son mucho más tóxicas que las, digamos, normales de un tubo de escape. Y tampoco tiene en cuenta otros compuestos orgánicos volátiles que actúan como precursores del ozono troposférico que se ha demostrado que es, al menos, tan perjudicial como las PM2.5", explica este experto.

Más muertes e ingresos hospitalarios

El Instituto de Salud Carlos III lleva años investigando el impacto en la salud de los incendios forestales. Uno de sus trabajos, explica Julio Díaz, señala que "a los pocos días del fuego, entre 3 y 5 días después, aumenta la mortalidad por causas cardiovasculares y respiratorias, pero también los ingresos hospitalarios, los partos prematuros y el bajo peso al nacer".

Por eso, en su opinión, sería interesante ampliar el estudio que publica Nature y calcular las consecuencias sanitarias de los incendios no sólo en términos de mortalidad, también de morbilidad y recursos. "Si te centras en mortalidad sólo lo haces en una parte del problema, porque también hay ingresos hospitalarios que se disparan y que tienen un impacto en gestión de recursos y costes sanitarios".

Récord de emisiones en España

Desde que Copernicus vigila la atmósfera europea, en España nunca se habían alcanzado niveles de contaminación como los que han provocado los incendios de este mes de agosto. "En 10 días el fuego ha provocado más emisiones que en los años completos de las últimas décadas", explicaba en la SER hace unas semanas el investigador principal del sistema de vigilancia atmosférica, Mark Parrington. A 18 de agosto, los incendios ya habían emitido cinco veces más carbono que la media de los años completos desde que Copernicus recoge estos datos.

Ante las evidencias, cada vez más sólidas, de los daños para la salud que tienen estos contaminantes, Julio Díaz comparte la recomendación de expertos neumólogos del uso de mascarilla para filtrar las partículas, pero advierte de que no protegen, por ejemplo, contra altas concentraciones de ozono troposférico, que exigen evitar actividades al aire libre, especialmente, deportivas.

 

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