El toque manual de campanas, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad: "Las campanas eran el whatsapp del pueblo"

Pamplona

La campanas de la iglesia de San Saturnino, en lo alto del conjunto monumental del Cerco de Artajona, o las campanas de la Catedral de Pamplona, entre ellas la conocida campana María, la de mayor tamaño de España en activo, son algunas de las que suenan manualmente gracias a las personas que forman parte de la Asociación de Campaneros de Navarra. En La Ventana de Navarra recibimos la visita de José Javier Urdiroz, presidente de la asociación, y Joaquín Corcuera, portavoz de esta entidad. Y es que la organización de la ONU que se ocupa de la cuestiones de ámbito cultural, la Unesco, acaba de incluir el toque manual de campanas dentro del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Corcuera subraya el matiz que supone el que sea el toque "manual" el que ha sido considerado: "El toque manual es diferente del sonido de las campanas que cuentan con un motor o que están electrificadas. Es como escuchar a tu grupo musical favorito en una grabación o asistir a un concierto en directo. En el toque manual, las campanas tienen alma", señala este campanero habituado a tocar las campanas de la Seo pamplonesa.

Urdiroz, artajonés que conoce muy bien el campanario de la iglesia de San saturnino en la villa del Cerco, explica que las campanas "son soporte de cultura, de tradición" que nos vinculan a tiempos remotos, hasta la Edad Media: "Hay escritos en la parroquia de Artajona sobre sus campanas, cuando se compraban, se fundían o se tocaban en la época medieval. Desde entonces se están tocando esas campanas". apunta. Y subraya como las campanas marcaban el tiempo, el paso de las horas en los pueblos al tiempo que servían como un medio para comunicar novedades: "Eran el whatsapp del pueblo", sentencia el presidente de la Asociación de Campaneros.

Sobre las especificidad que tiene el toque manual de campanas, explican que se nota cuando una campana la toca uno u otro campanero; influye también su estado de ánimo. "Se nota cuando el campanero está triste", matizan. Además, no suenan igual según las circunstancias meteorológicas. "Con viento de bochorno el toque es más difícil. Con la nieve el sonido se apaga..." observan estos campaneros, satisfechos por el número de personas que se han apuntado a la asociación en numerosas localidades de Navarra.

En esta entrevista también hablamos de las características de las campanas de la iglesia de San Saturnino en Artajona. Urdiroz explica que "les damos vueltas a estas campanas que pesan 1.200 kilos cada una de ellas, a lo que hay que sumar el el contrapeso, entre 400 y 500 kilos más. Se colocan hacia arriba para aprovechar la inercia de la caída y se empujan hacia adentro desde unos tronillos que tiene el contrapeso". Toda una técnica que exige, además de fuerza, destreza, habilidad y sentido del ritmo. Y es que cuando se tocan varias campanas a cargo de un grupo de campaneros hay que pensar muy bien con antelación como se va a coordinar ese bandeo "porque no hay posibilidad de ensayar previamente", apunta Corcuera. Ahora este sonido manual y ancestral de estos metales ya forma parte declarada oficialmente de ese patrimonio inmaterial de la Humanidad, aunque ya era patrimonio de cada uno de los pueblos donde suenan las campanas de hace siglos.