Las lecciones de un superviviente

Cuando Steve Callahan atracó su bote salvavidas en la isla de Marie Galante, cerca de la costa de Guadalupe, tras 76 días a la deriva en mar, había perdido un tercio de su peso, estaba totalmente cubierto de úlceras producidas por el agua salada y apenas podía andar. Steve Callahan lo había logrado, seguía vivo después de que el barco en el que navegaba en solitario naufragase en mitad del Atlántico. "Supe inmediatamente que estaba perdido y que si no sacaba mi culo del barco me iba a hundir con él. Me metí en el bote salvavidas y me alejé del barco. Los siguientes dos meses y medio los pasé aprendiendo a vivir como un hombre de las cavernas acuático", explica Callahan, licenciado en Filosofía y diseñador aficionado de barcos.

Aquella aventura cambió la vida de este hombre, su forma de entender lo que realmente importa. Tras divorciarse, Callahan decidió que lo mejor que podía hacer era perseguir el sueño de su vida: cruzar el océano en solitario. El propio Callahn diseñó una pequeña embarcación de seis metros y cruzó el Atlántico desde Newport (Rhode Island) a Inglaterra junto a un amigo al que dejó allí. "Cuando llegué a Inglaterra estaba sin dinero y en realidad no tenía nada por lo que volver, decidí irme al Caribe para conseguir trabajo en un astillero". Durante ese viaje, una tormenta envió su barco al fondo del mar y dejó a este hombre a solas, en medio del océano durante más de dos meses. "Esa idea que existe de que puedes estar dando vueltas sin hacer nada y que alguien va a venir a rescatarte no es precisamente un buen planteamiento", explica Steven.

En el bote había un pequeño kit de supervivencia que incluía un destilador de agua salada. "Se podría decir que, por lo general, una persona puede vivir aproximadamente un mes sin comida, pero solo resiste 10 días sin agua, por tanto, sin esos artilugios hoy yo no estaría vivo". Su intención, tras el susto inicial, estaba clara: adaptarse y sobrevivir, volver a casa. "Es importante normalizar tu vida lo más posible. Tener sentido del humor ayuda mucho, pero sobre todo consiste en trabajar, trabajar y trabajar". Durante los primeros días no paró. Adaptó la embarcación y se fábrico un arpón para poder pescar. Casi desde el primer momento, Callahan se aseguró la bebida y la comida, lo que vendría después sería más complicado: mantener el ánimo, la esperanza. Steve Callahan tenía una cosa clara, solamente podría contar consigo mismo para salir vivo de aquel bote. "Yo tenía mi pequeña reserva de pescado, mis pequeñas degustaciones de agua, observaba la puesta de sol a través del toldo, y pensaba algo parecido a: ¡Ah, así tendría que ser la vida!".

Cuando llegó a tierra firme estaba débil, pero seguía vivo. Tras adaptarse de nuevo a la vida, Steven Callahan contó toda su vivencia en Adrift (1986), una obra que se convirtió en un éxito de ventas. Quince años después de que aquel libro llegase a las tiendas, Yann Martel hablaba de la historia de Callahan en su novela La vida de Pi. Cuando Ang Lee se puso al frente del proyecto que llevaría al cine la obra de Martel, el director quiso contratar a Callahan como asesor de la película, una obra que narra la historia de los 227 días que pasa un joven en un bote junto a un tigre. "Ang Lee me localizó, y la verdad es que congeniamos", explica Callahan. "Oficialmente fui contratado como asesor de supervivencia en el mar, pero terminé haciendo cosas para muchos departamentos distintos". Callahan aportó detalles sobre la vida en el océano y asesoró al joven actor que interpreta a Pi Patel sobre las cuestiones de carácter psicológico. Más de veinte años después de su terrible experiencia, Steve Callahan volvió a meterse en la piel de un náufrago para verter su experiencia en una película. La vida de Pi llega este viernes a los cines tras el éxito de la novela de Martel.