El dinosaurio

El microcuento más conocido del escritor Augusto Monterroso dice: ''Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí''. Un manotazo duro, por inesperado, nos despertó a todos del sueño olímpico el sábado por la noche, nos devolvió al perímetro exacto de nuestra envergadura y esta mañana nos enfrentamos de nuevo a nuestros particulares dinosaurios: las cifras del paro, el desencanto político, el reto territorial, el grito de socorro de la universidad española o el deterioro presupuestario de la escuela pública que empieza sus clases en cinco comunidades.

Madrid 2020 no iba a resolver ninguno de estos problemas pero muchos confiábamos en que podría haber sido un revulsivo para recuperar al menos confianza en nuestras capacidades. El mundo del deporte esperaba que sirviera para volver a planificar, invertir, diseñar un nuevo plan que no tire por la boda lo conseguido desde el 92.

Y seguro que nuestros gobernantes pensaron además que sería el bálsamo con que aliviar la credibilidad que están perdiendo a chorros. Pues se acabó el espejismo. Toca levantarse de nuevo: lo decía el sábado Rajoy en Buenos Aires, con esas analogías deportivas que tanto le gustan al presidente del Gobierno. Nuestros atletas saben mejor que nadie lo que es ganar y perder y volver a intentarlo de nuevo. Pero si algo saben también es que levantarse de nuevo para volver a hacer lo mismo sin corregir los errores lleva a un fracaso seguro.

Delante están los retos: el paro, la corrupción, la educación, Cataluña... Esperemos que Rajoy haga algo más que confiar en que, al despertar, hayan desaparecido.

El despertar del sueño olímpico nos deja este lunes 8 de septiembre otro enorme dinosaurio: Siria. Y una pregunta: ¿cuándo pensaba el Gobierno español comunicar a los españoles que apoya una actuación contundente de Estados Unidos en Siria sin el paraguas de la ONU?

Sin entrar en el fondo del asunto, que ese es otro debate, Rajoy insiste en ningunear a los ciudadanos para los que gobierna, en nombre de los que toma decisiones tan trascendentales como apuntarse a una lista de quienes apoyan una guerra.