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'Pretérito imperfecto': estación de Canfranc

Nieves Concostrina, en Jaca en el programa especial desde la Ciudadela

Muy cerca de la histórica ciudadela de Jaca hay un lugar de historia mucho más reciente pero no menos apasionante.Getty Images

Muy cerca de la histórica Ciudadela de Jaca desde la que este viernes se emite 'La Ventana' hay un lugar de historia mucho más reciente pero no menos apasionante. Por la estación de Canfranc ha pasado tanta gente y han pasado tantas cosas que de ella podrían salir guiones de cine para llenar todo un año de cartelera. Por Canfranc han pasado Alfonso XII, Alfonso XIII, espías, nazis huyendo de los aliados, judíos huyendo de los nazis... y el calvo de la lotería.

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Las casualidades a veces pegan unos revolcones a la Historia, que te dejan cuajado. Y una casualidad fue la que llevó a esta comarca jacetana y en concreto a la estación de Canfranc a la primera línea informativa hace solo 14 años, justo cuando terminó de grabarse el anuncio para la campaña de la Lotería de Navidad del año 2000.

Noviembre del año 2000. Jonathan Díaz, un hombre francés, conductor de autobús y a ratos guía turístico, estaba curioseando por las vías muertas de la estación cuando se encontró unos papeles en el suelo. Los cogió, se los llevó a su casa, y leyéndolos tranquilamente se encontró con que había encontrado oro puro.

Esos papeles demostraban lo que se sospechaba pero de lo que no había pruebas. El paso del oro nazi camino de España, una historia apasionante en plena Segunda Guerra Mundial.

Interior de la estación de tren de Canfranc

Para entender por qué pasó lo que pasó en Canfranc, nos tenemos que ir antes a otra estación, aquella que presenció el famoso encuentro de Hitler y Franco en 1940.

Estación de Hendaya, 1940. La Guerra Civil había acabado, pero Franco tenía una doble deuda con Alemania. Una deuda moral, porque Hitler dio muchos ánimos, mucho apoyo diplomático; y sobre todo, y al margen de sentimentalismos, tenía una deuda económica, porque Franco le debía a Alemania 378 millones de marcos. La Legión Cóndor no fue gratis. Cuando nos metemos en la Segunda Guerra Mundial, Hitler se quiere cobrar esa deuda, y de ahí la cita en la estación de Hendaya. Una cita de la que salieron los dos pensando que el otro era un imbécil. Ya sabes lo que dijo Hitler: prefiero que me saquen las muelas antes que volver a encontrarme con este pavo. Pero el objetivo se cumplió. Ya parece estar claro que el interés de Hitler no estaba tanto en que Franco entrara en la guerra.

"España le interesaba por otra razón. Hitler, que era muy largo, dijo, que éste se quede con la careta de neutral, que yo voy a sacar tajada por lo bajini".

Aquí entra en juego la estación de Canfranc. Hitler quería el hierro de Vizcaya y de Teruel, el mercurio manchego; también quería okume, que era una madera buenísima para hacer aviones militares que España conseguía en Guinea. Pero sobre todo, Hitler quería el wolframio asturiano y gallego, un metal escaso que se utiliza para endurecer el acero; un material que a los nazis les servía para los blindajes de sus acorazados, de sus tanques, y para que sus proyectiles lo atravesaran todo. Por eso al final a Hitler no le interesa que Franco entre en la guerra.

Imagen de la estación de Canfranc (Huesca)

Canfranc era el paso obligado para el intercambio porque España recibía algo a cambio de esos materiales.

España mandaba wolframio y recibía oro, pero en el medio había una estupenda operación de ingeniería financiera. ¿De dónde salía ese oro, cómo llegaba a España y a dónde iba después? La respuesta a todo esto se conocía, se sospechaba, pero no había pruebas. Esas pruebas son las que se encuentra Jonathan Díaz en la estación de Canfranc. Ya se sabe que por donde pasaban los nazis iban robando oro. Lo robaban de los bancos de los países ocupados y se lo robaban a los judíos. Para que todo ese oro fuera legal, había que lavarlo, convertirlo en dinero, y en mitad de la guerra, el único país donde lavar el oro era Suiza, que a cuenta de su eterna neutralidad ha sido y sigue siendo un refugio de delincuentes financieros.

"Hitler lleva el oro robado a Suiza, lo cambia por dinerito contante y sonante, sobre todo francos, y con esos francos, le paga a Franco el wolframio, el hierro y el mercurio"

Con ese dinero, Franco volvía a Suiza y compraba el oro. El mismo oro que Hitler había llevado, pero al comprarlo con dinerito ya era oro legal. Ese oro entraba a España desde Suiza por la estación de Canfranc, y tenía que parar ahí por narices, porque el ancho de vía francés era distinto al español.

La estación de Canfranc

17:50

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