Ciudadanos de un mismo país

Madrid

El primer ministro de Canadá se llama Justin Trudeau, tiene solo 44 años y la misma atractiva personalidad que tuvo de su padre, Pierre Trudeau, que fue también primer ministro en los años ochenta. Justin ganó las elecciones en noviembre del año pasado, al frente del llamado Partido Liberal, que en términos canadienses tiene una lectura bastante más a la izquierda que en Europa.

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La cuestión es que Justin Trudeau pronunció ayer un discurso en Davos, en la reunión de líderes políticos y económicos mundiales, que ha llamado la atención por su decidida y vigorosa defensa de la diversidad y de la acogida de refugiados e inmigrantes como fuente de creatividad que enriquece al mundo y que no debe inspirar miedo. El primer ministro recibió hace pocos días a las primeras familias sirias refugiadas en Canadá, asegurando que estaba acogiendo a los nuevos canadienses que forjarían el futuro del país. Quizás Trudeau recordara en ese momento que el famoso Steve Jobs, creador de Apple, fue hijo de un inmigrante sirio y de una joven norteamericana que, presionada por su familia, terminó dando al bebé en adopción.

Trudeau, que cree que el futuro depende mucho más de las decisiones políticas y del liderazgo que de la pura tecnología, hizo una encendida defensa de la diversidad: “Algunos dicen que es peligrosa y que personas de diferente cultura y lengua no pueden vivir juntas. Yo no creo eso”. Para Justin Trudeau, ni la lengua ni la cultura diferentes pueden sobrepasar la condición de ciudadanos de un mismo país. Trudeau tendrá éxito o no como primer ministro, pero su discurso contrasta con la mezquina reacción europea y alienta una pequeña llama de esperanza en el liderazgo político.