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Garcilaso, el gran olvidado del 23 de abril

Se considera que Garcilaso de la Vega, el Inca, también murió el 23 de abril de 1616, como Cervantes y Shakespeare. Sin embargo, suele ser, de entre los tres, el más desconocido, a pesar de la importancia de su legado.

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Madrid

Si Miguel de Cervantes es el gran maestro de las letras españolas, y William Shakespeare de la literatura en lengua inglesa, el Inca Garcilaso, sobrino-nieto del poeta castellano del Siglo de Oro Garcilaso de la Vega, fue el padre de la literatura latinoamericana. Esperanza López Parada, Comisaria de la Exposición sobre la Biblioteca del Inca en la Biblioteca Nacional, que a mediados de mayo abrirá sus puertas en Córdoba, dice que la comparación de Garcilaso con Cervantes y Shakespeare es justa y está justificada. "Desde luego está a la altura. Lo que pasa es que es una figura más recóndita, más secreta. Quizás su condición de hombre entre dos mundos ha hecho que sea siempre una lectura parcial o escondida. Pero es un hombre todavía por descubrir, sobre todo en nuestra cultura española. Es una figura que eligió Córdoba para vivir y para morir, y que se integró plenamente en la cultura peninsular y en el Humanismo español. O sea, que nos pertenece plenamente también a nosotros".

Esto ya le confiere un carácter lo suficientemente importante como para que forme parte de la terna de los grandes, como miembro de pleno derecho. Pero, además, es el primer gran mestizo cultural de América, nacido en Cuzco (Perú) de la relación entre el capitán Sebastián Garcilaso de la Vega y una princesa inca. López Parada señala que el mestizaje es una de las muchas facetas de Garcilaso. "El mestizaje lo acerca a nosotros, a estas culturas globales que estamos inaugurando en el siglo XXI. Él es un viajero, un inmigrante. Y, en ese sentido, su experiencia de hombre entre dos mundos, de hombre transplantado, nos resulta muy contemporánea. Es producto de su mestizaje, pero también hay un bilingüismo en él, un enorme interés por la lengua, por los cambios lingüísticos, por la traducción, por realidades distintas y por cómo combinarlas, armonizarlas y conciliarlas".

Como hijo ilegítimo, Gómez Suárez de Figueroa, el nombre con el que fue registrado al nacer, no adoptó los apellidos de su padre hasta muchos años después, cuando ya se encontraba en España, país al que viajó en 1560, con apenas 20 años. Con él cruzaron el Atlántico todas sus vivencias infantiles en torno a la conquista española, lo que le habían contado o lo que él mismo había vivido, incluyendo los distintos posicionamientos de su padre, a veces a favor y a veces en contra de la Corona, que le costaron la retirada de las mercedes correspondientes a los conquistadores por ser considerado un rebelde. Fue una de las primeras cosas que hizo Garcilaso al llegar a España: reivindicar la figura de su padre y solicitar el reconocimiento debido. Fue su primera gran decepción.

La segunda frustración pudo haberle llegado de su carrera como militar, iniciada en España siguiendo el camino de su padre. Como él, logró ser capitán y participó en la batalla contra la rebelión de los moriscos en las Alpujarras. Pero el Inca, apelativo que él mismo añadió con orgullo a su nombre y apellidos paternos recuperados, deja en blanco ese episodio de su vida. Su paso por el estamento militar constituye uno de sus silencios, de sus misterios. Una vida que acabó abandonando para dedicarse a la religión, el estudio, la lectura y la escritura. Una vida desahogada que pudo mantener gracias a las rentas y herencias que recibió no sólo de su padre, sino también de su tío cordobés Alonso de Vargas, en cuya casa de Montilla se hospedó al llegar de América.

Escritor a los cincuenta

La primera obra literaria de Garcilaso fue la traducción de los 'Diálogos de Amor' de León Hebreo en 1590. Sin embargo, su publicación más importante no llegaría hasta 19 años después. En 1609 vio la luz, en Lisboa, la Primera Parte de los 'Comentarios Reales'. Con ella, se introduce en la historia del Imperio Inca, reivindicando su papel como civilización.

La segunda parte, que se publicaría en Córdoba en 1617, un año después de su muerte, fue titulada por el editor como 'Historia General del Perú', y relata la conquista española de Perú, las guerras civiles y el rechazo a todo lo mestizo, culminando con la ejecución del último inca, Tupac Amaru. Esta obra trataba de reparar la figura de su padre, y la de otros conquistadores como Gonzalo Pizarro y Francisco de Carvajal, que acabaron luchando por la causa rebelde, y que, gracias a Garcilaso, pasaron de ser traidores a traicionados, y dejaron de ser verdugos para convertirse en víctimas, lo que le acarreó no pocos problemas con la censura. "Fue muy utilizado ideológicamente. Era un libro incómodo. Su intención fue devolver a su padre toda la grandeza que un episodio a favor de Gonzalo Pizarro le había robado. Primero lo intentó de manera administrativa, pidiendo la restitución de los méritos de su padre en la Corte. Como no lo consiguió, escribió la 'Historia General del Perú'. Para su padre y para otros rebeldes, que eran los que habían hecho la conquista, los héroes que, para Garcilaso, habían realizado esa hazaña magna de tomar ese territorio para la Corona española", apunta Esperanza López Parada.

Su obra se vio, también, rodeada de cierta polémica, por la falta de concordancia de algunas fechas y la imprecisión que muchos achacaron al relato del Inca. Prejuicios que siempre han pesado, junto a otros, sobre su obra más importante. En una conferencia ofrecida en la Casa de América dentro del III Seminario de Estudios Virreinales organizado por la Universidad Complutense de Madrid, la profesora Carmen Bernand reconocía que "en España no querían esas historias de conquistadores, porque todos eran un poco especiales, y se consideraba que era mejor la amnistía que el recuerdo". De hecho, la Corona prohibió la reproducción de su obra en América a finales del siglo XVIII, coincidiendo con el levantamiento de los incas liderados por Tupac Amaru II, por considerar que podía alentar la rebeldía.

Los silencios y misterios de Garcilaso

El Inca Garcilaso de la Vega hablaba de sí mismo como un hombre que siempre iba a decir la verdad sobre lo que sabía. Pero algunos episodios de su vida constituyen todo un misterio, no por lo que escribió sobre ellos, sino precisamente por el silencio que impuso en torno a los mismos. Uno de ellos, según Esperanza López Parada, doctora en Literatura Hispanoamericana en la Universidad Complutense de Madrid, es su dedicación a lo militar después de llegar a España. "Tenemos muy pocos datos. Él quiere seguir lo que era una norma en la época: la combinación de las armas y las letras. Lo utiliza como lema en su escudo y, en ese sentido continúa la línea de su antepasado el poeta Garcilaso de la Vega. Pero su participación en la batalla de Las Alpujarras es muy oscura. No sabemos muy bien qué hizo ahí. Parece que no tuvo tampoco una intervención relevante. Es uno de los famosos silencios del Inca". Otro de los misterios es su relación con Cervantes. Hay muchas especulaciones al respecto. Se sabe que Cervantes pasó por Montilla, donde Garcilaso vivió mucho tiempo. Se dice que pudo haber un encuentro entre ambos, pero cuando se contrastan las fechas, éstas no coinciden. Lo que sí acerca a los dos escritores es su odio por las novelas de caballería, aunque el rechazo no le llegara a Garcilaso por parte de Cervantes, sino de otros intelectuales de la época que también pensaban que no había que perder el tiempo en este tipo de lecturas. También hay mucho silencio en torno a la relación del Inca con Góngora, y eso que eran parientes lejanos. Ninguno de los dos habla nunca del otro. "Esos episodios de la vida intelectual del momento son irreconstruibles, constituyen enigmas muy interesantes", dice López Parada.

Sin entrar en el rigor histórico de sus textos, Garcilaso de la Vega fue el primer escritor de la literatura latinoamericana, y su obra está considerada uno de los mejores ejemplos de la literatura en lengua castellana. Entre su primer libro, la traducción de León Hebreo, y su obra cumbre, los 'Comentarios Reales' y la 'Historia General del Perú', el Inca Garcilaso escribió 'La Florida del Inca', sobre la conquista de ese territorio, y la 'Genealogía o Relación de la descendencia del famoso Garci Pérez de Vargas', que no se publicaría hasta el año 1929.

Pero el legado del Inca Garcilaso no sólo está compuesto por los textos que escribió, sino también por los libros que atesoró en su biblioteca personal, inventariada por sus albaceas pocos días después de su muerte: 188 entradas, parte de las cuales conforman la exposición abierta hasta el 2 de mayo en la Biblioteca Nacional, y que después se traslada a Córdoba hasta finales de verano. Su biblioteca nos muestra "un hombre curioso, muy interesado por conocerlo todo, por conocer la cultura Humanista y poder conciliarla con el pasado Inca y con el mundo peruano del que venía; muy preocupado por la lengua, por las condiciones de las lenguas vernáculas. Un hombre con una biblioteca transitada, utilizada, frente a otros eruditos que tenían una biblioteca de exhibición. En el caso del Inca es una biblioteca llena de manuales, de tratados prácticos. No sólo utiliza el libro como un elemento de prestigio, sino para documentarse. Y, además, se produce un fenómeno único: tenemos los datos de lo que era su biblioteca. No hay muchos escritores del Siglo de Oro de los que podamos decir lo mismo. Es una situación única", recuerda López Parada, Comisaria de la Exposición.

Garcilaso de la Vega murió en Córdoba, y está enterrado en la capilla de las Ánimas de la Mezquita-Catedral que previamente había comprado. Una parte de sus cenizas fueron trasladadas a la catedral de Cuzco en 1978 como símbolo de la unión de las dos culturas que el propio Inca siempre encarnó.

Carlos Cala

Carlos Cala

Empieza en la radio en 1992, en la emisora de la Cadena SER en Morón de la Frontera, trabajo que simultanea...

 
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