Cataluña en el alero

Madrid

Cataluña se ha acostumbrado a vivir en la excepcionalidad. Desde que Convergencia decidiera ponerse a liderar el frente independentista han pasado varias cosas relevantes: que las elecciones se suceden una tras otra y en cada una de ellas los independentistas de toda la vida tienen más fuerza y Convergencia, o su fantasma nominal, tiene menos; que se constituyen gobiernos que no pueden gobernar; presidentes que tienen que marcharse; que la izquierda radical ha pasado a tener la llave maestra; y algo más: que la gestión y los proyectos de mejora de la vida de la gente han dejado de ser una prioridad. Aunque en medio de esa maraña caótica la idea del ‘procés’ siga adelante.

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El miércoles vence el límite para aprobar los presupuestos. Junts pel sí está ahora en manos de la CUP, aliados de los okupas y ahora amigos de la ocupación de las segundas residencias. Y todo esto sin descartar un nuevo adelanto electoral para el otoño, Artur Mas, que empieza a parecer defensa central marcador de Puigdemont, pide que antes del miércoles se aprueben los presupuestos para evitar que el Estado genere una campaña de descrédito y caos sobre Cataluña. Y se hace una pregunta lógica y que se responde él mismo con su mera formulación: ¿Cómo vamos a construir un Estado si no somos capaces de aprobar unos prepuestos? Pues eso.