Entramos en el aeropuerto de Madrid para entender cómo funciona el sistema de transporte de equipajes

Madrid

Doce y media de la mañana, hora fijada para comenzar la jornada de puertas abiertas en el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas. Hemos quedado con Esther Fernández, responsable de prensa de AENA, en el punto de información situado en la planta de salidas de la Terminal 4.

Nos hemos acercado hasta aquí porque es el sexto año que el aeropuerto de Madrid abre sus puertas para permitir que el público conozca sus características y el sistema de procesamiento de los equipajes. Hacen visitas guiadas y hoy somos 25 personas las que hemos acudido a la cita con Gustavo, el guía que nos va a acompañar esta mañana. Nos reparte chalecos reflectantes naranjas y una tarjeta con nuestra identificación y, tras darnos la bienvenida, comenzamos la ruta. 

El aeropuerto, incluyendo sus cuatro terminales, ocupa 4.000 hectáreas y tiene cuatro pistas de despegue y aterrizaje. Es el quinto aeropuerto con mayor tránsito de Europa, por detrás de Londres, París, Frankfurt y Ámsterdam y opera, de media, 1.000 vuelos diarios. 

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Bajamos dos tramos de escaleras y llegamos al tren que conecta la T4 con su terminal satétile, dedicada a vuelos internacionales. Dejamos a nuestra espalda el tren, cargado con pasajeros y miembros de tripulación, y atravesamos una puerta metálica que nos lleva hasta la trastienda del aeropuerto. Tres plantas subterráneas donde el calor es intenso, ya que las máquinas que se encargan de la distribución del equipaje están en pleno funcionamiento.

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Aquí vemos las maletas que ya han pasado por el detector de metales y están siendo trasladadas a cada uno de los aviones. Observamos, desde una plataforma situada en lo alto de la planta menos dos del aeropuerto, como cada maleta viaja en una bandeja individualizada, llegando a su destino con aparente facilidad y escrupulosa organización.

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Salimos nuevamente a la superficie y pasamos por la sala de recogida de maletas, donde vemos cómo los pasajeros esperan impacientes la llegada de su equipaje. Atravesamos la puerta de salida. Esa puerta que te regala miles de miradas de alegría y emoción; la mirada de los familiares y amigos que buscan entre las cabezas una cara conocida.

A nosotros no nos espera nadie, más bien todo lo contrario. Aquí termina la visita. Hora de quitarnos los chalecos y despedirnos de nuestros compañeros, de Gustavo y de Esther. Nosotros nos vamos, eso sí, sin dejar de pensar que el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas gestiona, de media, más de 16 millones de maletas de salida al año, lo que supone más de 45.000 maletas diarias.